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Netanyahu aplaza su reforma judicial tras protestas

JERUSALÉN (AP) — El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, cedió el lunes ante una oleada de protestas multitudinarias y postergó su polémica reforma judicial diciendo que quería “evitar una guerra civil”, haciendo tiempo para buscar un acuerdo con sus adversarios políticos.

El anuncio pareció disminuir algunas de las tensiones que han generado tres tumultuosos meses de disturbios. Pero no abordó los problemas subyacentes que han polarizado a la nación, y el movimiento de protesta antigubernamental prometió redoblar sus esfuerzos.

En su discurso, Netanyahu, que anteriormente había rechazado los llamamientos a retrasar el plan, adoptó un tono más conciliador que en discursos recientes. Reconoció las profundas divisiones del país y dijo que pulsaba el botón de pausa “para evitar una fractura en la nación”.

“Cuando hay una oportunidad de evitar una guerra civil mediante el diálogo, yo, como primer ministro, me tomo una pausa para dialogar”, dijo. Prometió alcanzar un “amplio consenso” durante el periodo de sesiones del Parlamento que comienza el 30 de abril.

El primer ministro hizo las declaraciones luego de que decenas de miles de israelíes protestaron afuera del parlamento, y de que el sindicato más grande del país lanzó una huelga a nivel nacional en una pronunciada escalada del movimiento de protesta contra su plan.

Netanyahu y sus aliados religiosos y ultranacionalistas presentaron la reforma en enero, días después de haber formado su gobierno, que es el más derechista en la historia de Israel.

La propuesta ha sumido a Israel en su peor crisis interna en décadas. Dirigentes empresariales, economistas de alto nivel y ex jefes de seguridad se han manifestado en contra del plan, afirmando que empuja al país hacia una autocracia. Los pilotos de combate y los reservistas militares han amenazado con no presentarse a servicio, y la moneda del país, el séquel, ha perdido valor.

El plan daría a Netanyahu, quien está siendo juzgado por corrupción, y a sus aliados la última palabra en el nombramiento de los jueces del país. También daría al parlamento, controlado por sus aliados, autoridad para anular las decisiones de la Corte Suprema y limitaría la capacidad del máximo tribunal para revisar las leyes.

Netanyahu ha argumentado que la reforma es necesaria para frenar a un tribunal liberal y excesivamente intervencionista formado por jueces que no son funcionarios electos. Pero sus oponentes afirman que el paquete dañaría el sistema de pesos y contrapesos del país al concentrar el poder en manos de los aliados de Netanyahu. También dicen que tiene un conflicto de intereses al estar acusado.

Decenas de miles de personas, en su mayoría israelíes laicos de clase media, se han unido con regularidad a las protestas contra el plan.

Esas manifestaciones se intensificaron el domingo por la noche después de que Netanyahu despidió abruptamente al ministro de Defensa, Yoav Gallant, que había instado al primer ministro a poner en pausa su plan por preocupaciones sobre afectaciones al ejército israelí.

El despido provocó un estallido espontáneo de ira, y decenas de miles de personas salieron a las calles en cuestión de una hora.

Al grito de “el país está ardiendo”, encendieron hogueras en la principal autopista de Tel Aviv, bloqueando el tránsito en esa y en muchas otras vías de todo el país durante horas.

Los manifestantes continuaron el lunes frente a la Knéset, o parlamento, convirtiendo las calles que rodean el edificio y la Corte Suprema en un mar de banderas israelíes salpicadas de pancartas con arcoíris en referencia a la comunidad LGBTQ.

“Es la última oportunidad para detener este avance hacia una dictadura”, dijo Matityahu Sperber, de 68 años, que se unió a un flujo de personas que se dirigían a la protesta frente a la Knéset. “Estoy aquí para luchar hasta el final”.

El principal sindicato de Israel, la federación Histadrut, declaró una huelga general en lo que dijo era la primera vez que llevaba a cabo una acción de este tipo por una cuestión política.

El caos causó afectaciones en gran parte del país y amenazó con paralizar la economía. Los vuelos que salían del principal aeropuerto internacional fueron cancelados, dejando varados a decenas de miles de viajeros.

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Los periodistas de The Associated Press Tia Goldenberg y Paz Bar en Tel Aviv y Josh Boak en Washington contribuyeron a este despacho.

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