MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
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El Consejo de Seguridad de la ONU ha pedido este domingo a las autoridades de República Democrática del Congo que asuman su parte de responsabilidad a la hora de resolver el grave conflicto armado con los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo (M23) en la provincia de Kivu Norte si bien ha acusado de nuevo a Ruanda por apoyar a los guerrilleros, algo que Kigali ha desmentido constantemente.
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"Ni falta hace decir que Ruanda está detrás del M23, pero este conflicto solo se puede resolver a través del diálogo", ha declarado el portavoz de la delegación del Consejo de Seguridad de la ONU y embajador francés ante la ONU, Nicolas de Rivière, tras una visita a Goma, la capital de la provincia y lugar de acogida de cientos de miles de refugiados de la región que han huido de los combates.
El grupo rebelde está formado principalmente por tutsis congoleños y opera principalmente en la provincia de Kivu Norte. Tras un conflicto entre 2012 y 2013, RDC y el grupo firmaron en diciembre un acuerdo de paz. En dichos combates, el Ejército de RDC contó entonces con apoyo de tropas de Naciones Unidas.
Sin embargo, De Rivière ha querido aclarar el reparto ahora de las competencias de seguridad, especialmente en lo que atañe a la misión de paz de la ONU, la MONUSCO, "que está encargada de proteger a los civiles y estamos aquí en parte para discutir cómo podemos empoderar a sus integrantes en este sentido".
De Rivière, no obstante, ha añadido que las competencias de la misión acaban ahí, que no puede tomar parte en la operación de guerra que está ocurriendo en Kivu Norte.
"Es una responsabilidad que recae en las autoridades congoleñas. El Ejército congoleño se encarga de la seguridad del país, y son ellos quienes tienen que actuar contra los grupos armados. Por ello, es importante delimitar las responsabilidades", ha añadido en declaraciones recogidas por Radio Okapi.
"El Gobierno congoleño", ha insistido, "tiene que asumir sus responsabilidades, y no puede esperar a que Naciones Unidas solucione los problemas".
Los combates han dejado al menos 800.000 desplazados en medio de la imposibilidad de confirmar exactamente un número de fallecidos. En diciembre, por poner un trágico ejemplo, el Gobierno congoleño denunció al menos 300 civiles muertos solo en una masacre en Kisishe, sobre la que el M23 ha negado toda responsabilidad.
