MADRID, 2 (EUROPA PRESS)
"También hay que leer obras crueles o machistas y ejercitar así la conciencia crítica. La cancelación no enseña nada, vivimos en un mundo muy demagógico en el que se quiere vender textos que no generen ningún problema", ha señalado en una entrevista con Europa Press la autora madrileña.
Para la filóloga, en la literatura a veces se utilizan personajes "malévolos" que dicen "malas palabras" porque es una manera de "conocer la realidad". "Cuando la gente se escandaliza porque se cuenta que hay un niño gordo quizás es que no sepan lo que son los textos literarios. De lo contrario, serían cartillas lo que leemos", ha avisado.
Por ejemplo, Sanz está a favor de la lectura de obras que han estado en el punto de mira recientemente como es 'Lolita', de Nabokov, siempre que se haga "desde la conciencia con los propios mimbres ideológicos y sentimentales". "Precisamente, la mirada feminista lo que hizo fue poner en el foco una lectura más profunda, que es algo que ahora se ha desvirtuado con la cancelación", ha añadido.
En 'Persianas metálicas bajan de golpe' Sanz juega con el humor para mostrar una sociedad del futuro llena de drones vigilantes, con personas mayores explotadas en el trabajo y jóvenes viviendo en residencias porque no tienen perspectivas vitales. También hay niñas suicidas en una novela que la propia autora define como "neorromántica y musical".
"Es una obra que habla de amor, identidad, muertes y revoluciones. A mí lo que me da realmente mucho miedo es la homogeneización de la sociedad y que nos creamos libres, cuando somos fundamentalmente esclavos", ha explicado la novelista, quien pone a la tecnología en el foco del debate.
"La Inteligencia Artificial y sus productos son acomodaticios, comerciales y despojan a la literatura de su resonancia transgresora. Al final, es una forma de inteligencia que combina lo conocido de forma complaciente y deja fuera todo lo subversivo que sí se encuentra en las novelas", ha defendido.
Sanz, quien considera que en la actualidad hay "mucho papanatismo ideológico", explica que esta obra es fruto de las reflexiones surgidas a raíz del confinamiento y la pandemia de coronavirus. "Ahí me tuve que familiarizar con las redes sociales, quitar las tiritas de las cámaras de los ordenadores y empecé a pensar que la Roomba o la Thermomix nos vigilan", ha bromeado.
"Tengo la sensación de estar viviendo una pesadilla que todavía no ha acabado. El futuro ya está aquí y a lo mejor no es lo que esperábamos: quizás habría que recuperar cosas de un pasado reciente que se empiezan a echar de menos, como la sanidad pública", ha reivindicado la Premio Herralde.
Los drones de su novela son máquinas que terminan por 'proteger' a los humanos que vigilan y solo algunas personas buscan "desacatar al Dios jefe que es el algoritmo". "Estas máquinas van buscando un lenguaje que le aproxime a lo humano y ese esfuerzo por nombrar llega a ser más humano que alguno de los personajes", ha concluido.