Cal Conley, de los Bravos de Atlanta, pensó que había ganado recién el juego, al recibir un boleto con las bases llenas. Dio unos pasos a la inicial, con el bate aún en la mano, cuando el umpire John Libka cantó el tercer strike.
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El juego terminó. Conley pensaba aparentemente que se le había otorgado de manera automática la cuarta bola por una infracción del pitcher.
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“¿Yo?”, preguntó después, tan incrédulo como sus compañeros. Los fanáticos abuchearon lo ocurrido.
Bienvenidos a 2023, el año en que las nuevas reglas diseñadas para agilizar el ritmo del béisbol obligan a todos a aprender sus implicaciones a marchas forzadas, particularmente en el caso de los peloteros.
El momento más dramático de la nueva era del reloj de pitcheo llegó en el primer día con calendario completo en la pretemporada, y en una situación decisiva. Conley, frente al relevista Robert Kwiatkowski de los Medias Rojas de Boston, no estaba listo en la caja de bateo cuando el reloj llegó a ocho segundos.
Esa infracción se sanciona con un strike automático, lo que llevó a que el encuentro en North Port, Florida, terminara empatado 6-6. Kwiatkowski se acreditó así el ponche después de lanzar sólo dos strikes reales.
Las consecuencias de la infracción fueron mayores que las observadas el viernes, cuando Manny Machado, toletero de los Padres de San Diego, se convirtió en el primer pelotero sancionado por exceder el tiempo requerido para colocarse en la caja de bateo.
Se cantó al dominicano Machado un strike automático en la parte baja del primer inning ante Seattle, sin mayores consecuencias para la pizarra.
El reloj de pitcheo figura entre las nuevas reglas diseñadas para acelerar el ritmo del juego. Los peloteros tendrán 30 segundos para reanudar la acción entre cada turno.
Y entre un pitcheo y otro, los lanzadores dispondrán de 15 segundos cuando no haya hombres en los senderos y de 20 si los hay. El pitcher debe comenzar su movimiento para efectuar el lanzamiento antes de que el tiempo se agote.
Después de un pitcheo, el tiempo comenzará a correr de nuevo cuando el lanzador tenga la pelota de vuelta, el cátcher y el bateador estén en el círculo que rodea el plato y haya condiciones en general para reanudar la actividad.
¿MÁS ROBO DE SEÑALES?
Algunos se preguntan si la implementación del reloj de pitcheo puede llevar a más robo de señales en el terreno, obligando a que los managers prescindan del coach de la antesala como el intermediario para transmitirlas.
Entre quienes piensan eso figuran dos managers veteranos: Dusty Baker y Buck Showalter.
Es una opinión interesante de Baker, si se considera que asumió como manager de Houston en 2020, tras el despido de A.J. Hinch en medio del escándalo derivado del robo de señales por parte de los Astros en 2017, cuando ganaron la Serie Mundial, y en 2018.
“Me preocupa eso, porque uno siempre está atento de que la gente no robe señales”, dijo Baker el sábado, cuando sus Astros, monarcas de la última Serie Mundial, se impusieron 4-2 sobre los Mets de Nueva York en West Palm Beach, Florida.
Baker dijo que hay poco tiempo para que el dugout envíe la señal al coach de tercera, quien a su vez debe pasarla a los bateadores y corredores. Por lo tanto, habrá menos oportunidad para incorporar señuelos en las indicaciones.
Por lo tanto, será más fácil descifrar las señales.
Baker considera que el reloj de pitcheo ejerce incluso más presión sobre el coach de tercera para ser rápido... y engañoso. Del otro lado, el reloj de pitcheo limita el tiempo que las defensivas tienen para reaccionar, incluso si saben que viene una jugada de bateo y corrido o un toque de bola.
Según Baker, el trabajo más complicado en el campo es el del coach de la antesala.
“Todo el parque tiene los ojos puestos sobre él. Todos tratan de descifrar su secuencia de señales”, explicó. “Hay chicos en el graderío y ahora otros que analizan los videos. Quiero decir, si sabes qué van a hacer los rivales, todo se complica. Sí me preocupa esto”.
Showalter comparte la preocupación de Baker, al punto que contempla la posibilidad de eliminar al intermediario y enviar las señales directamente desde la cueva, una práctica común en la pelota amateur.
“Hay demasiadas cosas en las que estamos temerosos de copiar a las universidades o secundarias por pensar que ellos son amateurs y nosotros profesionales”, dijo.