MADRID, 24 (EUROPA PRESS)
Hace más de 100 años, se pidió a Charles Doolittle Walcott, de la Smithsonian Institution, que examinara estas piezas, conocidas como Brooksella. Los describió como medusas que probablemente flotaron en los mares del Cámbrico medio de lo que hoy es el sureste de Estados Unidos. Poco podía imaginar que el fósil cámbrico que bautizó provocaría más de 100 años de controversia.
La controversia giraba en torno a la interpretación de lo que era realmente Brooksella: ¿Era realmente una medusa importante para los ecosistemas marinos del Cámbrico medio, una época en la que los animales se originaban y diversificaban por primera vez en la Tierra? ¿O Brooksella no era más que burbujas de gas conservadas? ¿O tal vez era un tipo de alga bulbosa? ¿O una esponja de vidrio hecha de sílice opalina? O, como se había planteado, tal vez Brooksella no fuera un fósil en absoluto.
Mediante análisis químicos y de forma combinados con imágenes tridimensionales de alta resolución, científicos han evaluado ahora si Brooksella era un fósil, como una esponja, una traza fósil, que representaba las madrigueras de animales parecidos a gusanos, o no era un fósil. "Descubrimos que Brooksella carecía de las características de las esponjas de vidrio, en concreto, de las espículas fundidas con opalina que componen el cuerpo. Tampoco creció como cabría esperar de una esponja a lo largo de su vida. Y lo que es más importante, sobre el terreno, su presunto canal excurrente (ósculo) siempre estaba orientado hacia abajo en el sedimento, lo que dificultaría mucho -si no imposibilitaría- la filtración de agua en busca de alimento", explican en una artículo publicado en Peer J.
Tampoco se encontraron indicios de que los gusanos fabricaran los icónicos lóbulos en forma de estrella.
A continuación, se comparó la composición y la estructura interna de Brooksella con las concreciones (acumulaciones) de sílice de los mismos lechos rocosos del Cámbrico medio. "No encontramos ninguna diferencia entre Brooksella y las concreciones, aparte de que Brooksella tenía lóbulos y las concreciones no".
"Así, llegamos a la conclusión de que la Brooksella no formaba parte de la diversificación temprana de las esponjas en los mares del Cámbrico medio, sino que era un tipo inusual de acumulación de sílice. Las concreciones pueden tener todo tipo de formas, hasta el punto de que algunas parecen estar formadas orgánicamente", señalan.
Los autores --liderados por el doctorando en Paleontología de Virginia Tech Morrison R. Nolan-- entienden que su hallazgo tiene una doble importancia: En primer lugar, hay numerosos fósiles enigmáticos del Cámbrico que deben ser examinados para determinar si son realmente fósiles y ayudar a los paleontólogos a afinar las estimaciones de biodiversidad para el Cámbrico, cuando se originaron la mayoría de los principales grupos animales de la Tierra.
En segundo lugar --precisan-- no es la primera vez que fósiles y rocas inusuales del Cámbrico desconciertan a los científicos, y nuestros hallazgos ponen de relieve la necesidad de un examen minucioso de los materiales fósiles primitivos, especialmente utilizando técnicas analíticas nuevas y potentes como la microtomografía computarizada en combinación con métodos clásicos de laboratorio y de campo.