Colombia planea unirse a Bolivia en el esfuerzo diplomático para proponer que la hoja de coca sea retirada de la lista de sustancias sujetas a fiscalización internacional de drogas durante el próximo periodo de sesiones de la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas.
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“Apoyaremos el uso tradicional de la hoja de coca en respeto a nuestros pueblos autóctonos”, dijo el jueves a The Associated Press la viceministra colombiana de Asuntos Multilaterales, Laura Gil.
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La funcionaria colombiana no detalló si presentarán un proyecto de resolución en la reunión de la Comisión de Estupefacientes que tendrá lugar en Viena del 13 al 17 de marzo y que presidirá Colombia. La Comisión se compone de 53 Estados miembros y tiene el mandato de decidir sobre el alcance de la fiscalización de drogas.
La víspera Gil aseguró que Colombia presentará en Viena las bases de la nueva estrategia internacional de antinarcóticos: “Vamos a reivindicar el uso lícito de la hoja de coca, lo haremos al lado de Bolivia… es el momento de volver a poner el tema sobre el tapete”.
Gustavo Petro, el primer presidente de izquierda en Colombia, propuso cambiar profundamente la estrategia antinarcóticos luego de advertir que la “guerra contra las drogas ha fracasado”.
Su gobierno busca evitar que se persiga al campesino cultivador y enfocar los esfuerzos de inteligencia en los grandes narcotraficantes y en el lavado de dinero. Además, pretende impulsar la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos y disminuir la erradicación forzada.
Los cultivos ilícitos continúan siendo una preocupación en Colombia. En 2021 llegaron a un nivel histórico de 204 mil hectáreas sembradas, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
Recientemente, Petro pidió al Congreso facultades extraordinarias por seis meses para “regular” los usos alternativos de las plantas de coca y de cannabis y los “fines medicinales, terapéuticos y científicos de sustancias psicoactivas”. Se espera que los congresistas lo debatan.
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Colombia sería de los primeros países en unirse a Bolivia en la campaña internacional para que la ONU retire el veto a los usos tradicionales de la coca bajo el argumento de que en su estado natural no es un estupefaciente y forma parte de la identidad de las comunidades indígenas.
En Bolivia es legal el cultivo de coca hasta 22 mil 500 hectáreas para consumo tradicional como el masticado y las infusiones. Más de 100 mil familias dependen de ese cultivo.
El expresidente boliviano, Evo Morales (2006-2019) planteó la despenalización de la coca ante la ONU. En 2011 fue rechazada su propuesta y Bolivia decidió denunciar la Convención de 1961 sobre estupefacientes para luego pedir una solicitud de readmisión que en 2013 fue aceptada para unirse bajo la condición de que el masticado de la hoja de coca se respete en su país.
Aún con la decisión de Bolivia, la planta de coca continúa en la lista de sustancias controladas al ser la materia prima de la cocaína.
En Colombia se reconoce a la hoja de coca como parte de la cultura indígena y su uso tradicional. Sin embargo, resta una regulación concreta para su uso porque actualmente su interpretación es ambigua y no es permitida para comunidades no indígenas.
“Hay un marco jurídico de sentencias de la Corte Constitucional donde se reconoce a la hoja de coca como parte integral de la identidad cultural de algunos pueblos indígenas para que puedan cultivarla y obtener sustento de la comercialización de la hoja y algunos derivados, por supuesto no de la cocaína que es ilegal”, indicó a AP Luis Felipe Cruz, experto en drogas e investigador de de justicia, en un centro de estudios jurídicos y sociales.
Por lo tanto, más que la discusión interna en Colombia sobre los usos tradicionales de la hoja de coca, Cruz considera que la intención del gobierno al llevar el tema a la Comisión de Estupefacientes es un mensaje político que puede dinamizar la discusión sobre la reforma del régimen internacional de control de drogas.