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Ciencia.-Indicios de una capa de roca fluida en el manto terrestre

Un nuevo estudio internacional sugiere que puede haber una capa de roca sorprendentemente fluida rodeando la Tierra, en el fondo del manto superior, según se publica en la revista 'Nature'.

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MADRID, 22 (EUROPA PRESS)

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El hallazgo se hizo midiendo el movimiento persistente registrado por sensores GPS en islas tras un profundo terremoto en el Océano Pacífico, cerca de Fiyi. El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Chicago y el Instituto de Tecnología de California, en Estados Unidos, y el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia, demuestra un nuevo método para medir la fluidez del manto terrestre.

Sunyoung Park, geofísico de la Universidad de Chicago y autor principal del estudio, afirma en un comunicado que, "aunque el manto constituye la mayor parte de la Tierra, todavía hay mucho que desconocemos sobre él. Creemos que podemos aprender mucho más utilizando estos terremotos profundos como forma de sondear estas cuestiones", añade.

Todavía se sabe sorprendentemente poco sobre el interior de la Tierra. Lo máximo que se ha conseguido excavar son unos 11 kilómetros antes de que el creciente calor derritiera literalmente la perforación. Por ello, los científicos han tenido que utilizar pistas como el movimiento de las ondas sísmicas para deducir las distintas capas que componen el planeta: la corteza, el manto y el núcleo.

Uno de los problemas a los que se enfrentan los científicos es la medición precisa de la viscosidad del manto, la capa que se encuentra bajo la corteza. Está formado por roca, pero a la intensa temperatura y presión a esa profundidad, la roca se vuelve viscosa y fluye muy lentamente, como la miel o el alquitrán.

"Queremos saber exactamente a qué velocidad fluye el manto, porque influye en la evolución de toda la Tierra: en la cantidad de calor que retiene el planeta y durante cuánto tiempo, y en el ciclo de los materiales terrestres a lo largo del tiempo --explica Park--. Pero nuestros conocimientos actuales son muy limitados e incluyen muchas suposiciones".

Park pensó que podría haber una forma única de obtener una medida de las propiedades del manto estudiando las secuelas de terremotos muy profundos.

La mayoría de los terremotos de los que oímos hablar en las noticias son relativamente superficiales y se originan en la corteza superior de la Tierra. Pero de vez en cuando se producen terremotos que se originan en las profundidades de la Tierra, hasta 725 kilómetros por debajo de la superficie. Estos terremotos no son tan estudiados como los superficiales, porque no son tan destructivos para los asentamientos humanos pero como llegan hasta el manto, Park pensó que podrían ayudar a comprender su comportamiento.

Así, los investigadores analizaron uno de estos terremotos en particular, que se produjo frente a la costa de Fiyi en 2018. El seísmo tuvo una magnitud de 8,2, pero se produjo a una profundidad tan grande (650 kilómetros) que no causó daños importantes ni víctimas mortales.

Sin embargo, cuando los científicos analizaron detenidamente los datos de los sensores GPS de varias islas cercanas, descubrieron que la Tierra seguía moviéndose, después de que el terremoto hubiera terminado.

Los datos revelaron que en los meses posteriores al seísmo, la Tierra seguía moviéndose, asentándose tras la perturbación. Incluso años después, Tonga sigue moviéndose lentamente a un ritmo de 1 centímetro por año.

"Es como un tarro de miel que vuelve lentamente a su nivel después de sumergir una cuchara en él, salvo que tarda años en vez de minutos", explica Park.

Se trata de la primera observación sólida de la deformación tras terremotos profundos; el fenómeno se había observado antes en terremotos poco profundos, pero los expertos pensaban que el efecto sería demasiado pequeño para ser observable en terremotos profundos.

Park y sus colegas utilizaron esta observación para deducir la viscosidad del manto. Examinando la deformación de la Tierra a lo largo del tiempo, hallaron indicios de la existencia de una capa de unos 80 kilómetros de grosor menos viscosa (es decir, más "líquida") que el resto del manto, situada en la parte inferior de la capa superior del manto. Creen que esta capa podría extenderse por todo el globo.

Esta capa de baja viscosidad podría explicar algunas otras observaciones de los sismólogos que sugerían la existencia de placas de roca "estancadas" que no se mueven mucho, situadas aproximadamente a la misma profundidad en el fondo del manto superior. "Ha sido difícil reproducir esas características con modelos, pero la débil capa hallada en este estudio facilita la tarea", reconoce Park.

También tiene implicaciones sobre cómo la Tierra transporta el calor, cicla y mezcla materiales entre la corteza, el núcleo y el manto a lo largo del tiempo. "Estamos muy entusiasmados --afirma Park--. Hay mucho más que averiguar con esta técnica".

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