NUEVA YORK (AP) — Era el Día de San Valentín de 1917 en el pueblo agrícola de Lewiston, Minnesota, y Fred Roth —un estudiante de cuarto grado— parece haber hallado la manera perfecta de expresar su amor por la niña que adoraba, Louise Wirt. Le dio una tarjeta.
La tarjeta plegable del Día de San Valentín, en papel tan grueso que permanece en buen estado 106 años después, dice: “¡No me olvides!/Te pido/Que reserves un lugar/En tu corazón para mí”.
Y ella hizo eso. Años más tarde se casaron y Louise exhibió la preciada tarjeta, metida entre la ornamentación de una cómoda de dormitorio, durante décadas. Le habló de ella a su hija, y más tarde a una nieta —a mí—, y permaneció cerca de su cama hasta su muerte a los 91 años, una muestra de amor duradero.
Aunque el mensaje estaba en inglés, la tarjeta está impresa con la palabra “Alemania” y aparentemente es importada, como muchas tarjetas de esa época. Pequeñas empresas de Estados Unidos también formaban parte de un floreciente negocio de tarjetas comerciales.
Hallmark, que comenzó a ofrecer tarjetas del Día de San Valentín en 1913, estima que actualmente se intercambian 145 millones de tarjetas del Día de San Valentín en el país al año, sin incluir los detalles de San Valentín de los niños que son populares en los intercambios en el salón de clases.
Tradiciones y rituales relacionados con la fertilidad se han celebrado a mediados de febrero desde épocas paganas, dice Emelie Gevalt, curadora de arte popular y jefa de curaduría de colecciones en el Museo de Arte Popular Estadounidense en la ciudad de Nueva York.
Las muestras de afecto variaban: en el siglo XVII, la costumbre era regalar pares de guantes a mediados de febrero, agrega.
“Para el siglo XVIII, comenzamos a ver algo que realmente comienza a parecerse a las tarjetas de San Valentín modernas”, explica. “En el siglo XIX, esto evolucionó aún más hasta el punto en que revistas femeninas populares como Harper’s Weekly publicaban instrucciones para las lectoras sobre cómo elaborarlas manualmente”.
Desde hace mucho tiempo ha habido algunas tarjetas de San Valentín para demostrar cariño sincero como las del abuelo Fred, y otras en una línea más juguetona y coqueta.
La colección del museo incluye una serie de muestras de afecto de varios períodos cuidadosamente elaboradas. “Suele verse mucho el diseño con un corazón”, dice Gevalt.
Aunque no está específicamente relacionada con el Día de San Valentín, una exhibición que el museo inaugurará el 17 de marzo —“Testigo material: Artistas folclóricos y autodidactas en el trabajo”— presenta dos ejemplos de “fraktur”, acuarelas exuberantemente decoradas hechas por inmigrantes alemanes en Pensilvania. Una se llama “Corazón invertido” y otra muestra un laberinto.
“Eran objetos verdaderamente deslumbrantes que incluían diseños de flores o corazones. Lo juguetón y el ingenio de estos objetos es uno de los aspectos más interesantes que tienen en común”, dice Gevalt.
A mediados del siglo XIX, algunas personas compartían “Vinegar Valentines” (San Valentín de vinagre), una especie de anti-San Valentín con versos juguetonamente insultantes, no muy distintos a un brindis cómico actual.
A veces, las tarjetas implicaban escribir en un círculo o de cabeza, como un rompecabezas. Algunas tenían un borde decorativo doblado o versos en los pliegues, calado parecido al encaje o decoraciones en acuarela de corazones flechados, tortolitos y flores. Los lazos de enamorados y los laberintos también eran elementos comunes.
“Me recuerdan a los juegos, como arrancar los pétalos de una flor diciendo: ‘ella me ama, ella no me ama’”, cuenta Gevalt.
El auge de las tarjetas comerciales del Día de San Valentín a mediados del siglo XIX fue un reflejo de los cambios en los patrones de cortejo, dice Elizabeth White Nelson, profesora asociada de historia en la Universidad de Nevada, campus Las Vegas.
“La idea del matrimonio y el amor entre compañeros igualitarios se convirtió en parte del cálculo del matrimonio, y las tarjetas del Día de San Valentín se volvieron parte del cortejo”, explica.
En estos días, las tarjetas siguen evolucionando.
“A lo largo de los últimos años, las tendencias se han centrado menos en el amor romántico y más en hacer que alguien sepa que importa”, dice Jen Walker, vicepresidenta de tendencias y estudios creativos de Hallmark Cards, Inc.
Hay “imágenes más inclusivas, y una representación más amplia de las relaciones: amor, familia elegida, amistades, padres e hijos, aprecio por uno mismo”, agrega.
Un poco de misterio gira alrededor de la preciosa tarjeta de San Valentín de mi abuela Louise. Habría parecido inusual en el carácter de Fred que comprara una tarjeta comercial en lugar de, por ejemplo, obsequiarle un ramo de flores de sauce blanco que él mismo hubiera cortado.
“Ese período habría sido el comienzo de una práctica organizada de intercambiar tarjetas y detalles de San Valentín en la escuela”, explica Nelson. En algunas aulas, se requería, o al menos se alentaba, a todos a dar una tarjeta de San Valentín.
“Dar y recibir (tarjetas o detalles de) San Valentín siempre fue en parte acerca de expresar amor, para una audiencia”, dice Nelson, “y una vez que esa tarjeta del Día de San Valentín era guardada, se habría convertido en un talismán de todo lo que se supone que es ese amor”.