MADRID, 31 (EUROPA PRESS)
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El año pasado se cerró con 3.300 llegadas a Indonesia, Malasia y Tailandia, un 290 por ciento más que en 2021, y en los primeros 23 días de 2023 ya se habían registrado casi 300 más. La mayoría corresponden a Indonesia, donde la OIM ha multiplicado su presencia para brindar ayuda de primera necesidad.
La agencia también ofrece servicios de educación o información para que estos refugiados caigan en manos de mafias que trafican con personas o sufran algún tipo de explotación o abuso. En el caso de Malasia, la OIM está ampliando la entrega de dinero, ya que los rohingyas viven bajo la "amenaza constante" de desahucio, según un comunicado.
La directora de la OIM para la región, Sarah Lou Ysmael Arriola, ha reiterado el compromiso para seguir ayudando a todos los países a hacer frente a las necesidades "inmediatas" de esta población vulnerable y, al mismo tiempo, "reforzar la capacidad de respuesta a los movimientos irregulares".
Naciones Unidas quiere evitar a toda costa una crisis como la de 2015, cuando una ola migratoria se tradujo en el sudeste asiático en decenas de muertos en el mar. Los rohingyas, según la OIM, merecen toda la protección antes, durante y después de emprender estos peligrosos viajes que, en ocasiones, les cuesta la vida.
No en vano, casi un millón de personas permanecen en los campos de refugiados de Bangladesh, masificados como consecuencia de la ola represiva lanzada en la vecina Birmania hace más de cinco años. Esta población no tiene las más mínimas garantías de retorno.