La capital de Brasil se prepara para la posibilidad de más protestas violentas el miércoles por parte de las personas que buscan anular los resultados de las elecciones presidenciales, mientras elementos de seguridad bloquearon el acceso a edificios que fueron destrozados hace cuatro días por una horda de manifestantes.
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Un panfleto que promovía una “mega protesta para recuperar el poder” circuló en las redes sociales, sobre todo en Telegram, exhortando a los manifestantes a salir a las calles de más de una veintena de ciudades, incluida la capital brasileña.
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De momento no está claro qué tan grandes o violentas podrían ser las manifestaciones, pero las autoridades nerviosas no se van a arriesgar.
Hablando con periodistas en Brasilia, el responsable federal de la seguridad de la capital dijo que van a impedir el paso en la principal avenida de la entidad y que limitarían el acceso de transeúntes con barricadas. Están bloqueando el paso a la plaza que fue el escenario del caos el domingo, señaló el funcionario Ricardo Cappelli.
Señaló que una pequeña zona de la avenida fue reservada para las protestas pacíficas, pero estará rodeada de policías y miembros de la guardia nacional, y añadió que todos los manifestantes serán revisados antes de ingresar a la zona.
“El derecho a protestar libremente siempre será respetado y no puede confundirse con terrorismo”, aseveró Cappelli.
Citando el llamado a protestar en las redes sociales, el magistrado del Supremo Tribunal Federal, Alexandre de Moraes, ordenó a las autoridades locales que eviten que los manifestantes bloqueen caminos u ocupen espacios públicos y edificios.
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El magistrado también ordenó arrestos y multas para las personas y compañías que participen o ayuden con la logística y financiación de las protestas.
La nación sudamericana sigue en vilo luego de que los simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro irrumpieron en el Congreso, en el Supremo Tribunal Federal y en el palacio presidencial el domingo en Brasilia, con la intención de dañar los tres inmuebles más importantes del gobierno federal.
Las autoridades detuvieron a unas mil 500 personas a la mañana siguiente, de las cuales cientos fueron enviadas a prisión.
A pesar de que no existen pruebas de fraude en las elecciones presidenciales del 30 de octubre, los manifestantes afirman que el verdadero ganador de los comicios fue el expresidente de extrema derecha.
Bolsonaro avivó dichas declaraciones señalando la vulnerabilidad de las máquinas de votación electrónica a pesar de las aseveraciones de expertos independientes de que las máquinas son examinadas de cerca.
Bolsonaro también advirtió a sus seguidores de que el vencedor de las elecciones, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, impondrá el comunismo.