WASHINGTON (AP) — El presidente Joe Biden anunció el jueves que Estados Unidos comenzará a rechazar inmediatamente a los cubanos, haitianos y nicaragüenses que crucen ilegalmente la frontera desde México, su medida más enérgica hasta la fecha para hacer frente al arribo de migrantes, que se ha incrementado enormemente desde que asumió el puesto hace dos años.
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Las nuevas reglas amplían un plan ya existente para evitar que los venezolanos intenten ingresar a Estados Unidos, el cual comenzó en octubre y provocó una drástica caída en el número de venezolanos que llegan a la frontera sur. Juntas, representan un cambio importante en las reglas de inmigración que se mantendrán incluso si la Corte Suprema pone fin al llamado Título 42, una ley aplicada durante el gobierno del expresidente Donald Trump que permite a las autoridades estadounidenses expulsar de forma expedita a los solicitantes de asilo.
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“No, no se presenten simplemente en la frontera”, declaró Biden al anunciar los cambios, aunque también reconoció las penurias que orillan a las familias a hacer el peligroso viaje hacia el norte.
“Quédense donde están y hagan la solicitud legalmente desde allí”, aconsejó.
Biden hizo el anuncio días antes del viaje que tiene planeado el domingo a El Paso, Texas, su primera visita a la frontera sur como presidente. De allí viajará a la Ciudad de México para reunirse con los mandatarios de México y Canadá el lunes y el martes.
Funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional dijeron que comenzarían a negar el asilo a quienes eludan las vías legales y que no soliciten asilo primero en el país por el que viajaron rumbo a Estados Unidos.
Al mismo tiempo, el gobierno anunció que aceptará al mes a 30.000 personas de las cuatro naciones durante dos años y que les ofrecerá la posibilidad de trabajar legalmente, siempre y cuando procedan de forma legal, tengan patrocinadores que reúnan ciertos requisitos y aprueben las verificaciones de antecedentes. Los cruces fronterizos de migrantes de esas cuatro naciones son los que se han elevado más agudamente, sin que exista una forma fácil de devolverlos rápidamente a sus países de origen.
“Este nuevo proceso es ordenado”, declaró Biden. “Es seguro y humano, y funciona”.
La medida, aunque ya se esperaba, generó rápidamente críticas de los defensores de los migrantes y del derecho al asilo, quienes han tenido una relación difícil con el presidente.
“Hoy el presidente Biden reconoció correctamente que buscar obtener asilo es un derecho legal y habló con empatía sobre las personas que huyen de la persecución”, declaró Jonathan Blazer, director de estrategias fronterizas de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés). “Pero el plan que anunció vincula aún más a su gobierno con las venenosas políticas antiinmigrantes de la era de Trump, en lugar de restaurar el acceso justo a las protecciones del asilo”.
Incluso con las restricciones vigentes relacionadas con el Título 42, el número de migrantes que cruzan la frontera entre Estados Unidos y México ha aumentado drásticamente en los dos años que lleva Biden en el cargo. Hubo más de 2,38 millones de detenciones en el año fiscal que terminó el 30 de septiembre, la primera vez que el número superó los 2 millones. El gobierno actual ha pasado apuros para reducir los cruces, reacio a adoptar medidas duras que se asemejen a las del gobierno de Trump.
Eso ha derivado en críticas implacables de los republicanos, que dicen que el presidente demócrata es ineficaz en cuanto a la seguridad fronteriza, y la mayoría republicana de la Cámara de Representantes ha prometido investigaciones en el Congreso sobre este asunto.
La nueva política podría resultar en que 360.000 personas de estas cuatro naciones ingresen legalmente a Estados Unidos en un año, un número enorme. Pero muchas más personas de esos países han estado intentando cruzar a pie, en bote o nadando. Tan sólo en noviembre se realizaron 82.286 detenciones de migrantes de esas naciones.
Enyer Valbuena, un venezolano que vive en la ciudad mexicana de Tijuana tras cruzar la frontera ilegalmente, dijo que el anuncio del jueves no es una sorpresa, pero que de todas formas sí es un golpe.
“Se veía venir, cada vez más difícil”, señaló por mensaje de texto.
Algunos venezolanos que aguardan en la frontera de México con Estados Unidos han estado hablando entre sí sobre la posibilidad de irse a Canadá, señaló Valbuena. Él había estado aguardando el desenlace de las restricciones al asilo antes de volver a intentar ingresar en Estados Unidos, y está solicitando asilo en México, que ofrece un mejor futuro que Venezuela.
“Si lo hace más difícil (llegar a Estados Unidos), lo mejor... es sacar los permisos" en México, dijo Valbuena, que trabaja en una fábrica de Tijuana.
México ha accedido a aceptar hasta a 30.000 migrantes al mes —de estos cuatro países— que intenten caminar o nadar para cruzar la frontera hacia Estados Unidos y sean devueltos. Normalmente, estos migrantes serían enviados a sus países de origen, pero Washington no puede devolver fácilmente a personas de esos países por diversas razones, entre ellas la relación deteriorada que tiene con sus gobiernos.
Cualquier persona que ingrese en Estados Unidos tiene derecho a solicitar asilo, sin importar cómo haya cruzado la frontera, y los migrantes que buscan una vida mejor en Estados Unidos suelen pagarle a contrabandistas el equivalente a miles de dólares para que los ayuden a llegar.
Pero los requisitos para conceder asilo son estrictos, y sólo se aprueban aproximadamente el 30% de las solicitudes. Eso ha creado un sistema en el que los migrantes intentan cruzar a través de los puertos de entrada y se les permite ingresar a Estados Unidos para que aguarden el desenlace de sus casos. Pero en las cortes hay un retraso de 2 millones de casos, por lo que su resolución suele demorar años.
La única forma duradera de modificar el sistema es a través del Congreso, pero un intento legislativo bipartidista de promulgar nuevas leyes de inmigración fracasó poco antes de que los republicanos ganaran la mayoría en la cámara baja.
“Las acciones que estamos anunciando mejorarán las cosas, pero no corregirán completamente el problema en la frontera”, declaró Biden, en un intento de presionar a los legisladores a que actúen.
Durante la presidencia de Trump, Estados Unidos exigió a los solicitantes de asilo que esperaran al otro lado de la frontera, en México. Pero los retrasos en el sistema de inmigración estadounidense crearon demoras largas, lo que llevó a que surgieran campamentos fétidos y peligrosos en la frontera, donde los migrantes se veían obligados a esperar. Ese sistema terminó en la presidencia de Biden, y los migrantes que sean devueltos a México bajo las nuevas normas no serán elegibles para recibir asilo.
Biden también triplicará en los próximos dos años el número de refugiados que Estados Unidos acepta del hemisferio occidental, a 20.000 de Latinoamérica y el Caribe. Los refugiados y los solicitantes de asilo tienen que cumplir los mismos criterios para que se les permita ingresar al país, pero llegan a través de medios distintos.
Los funcionarios fronterizos también están creando un portal en línea para realizar citas con el fin de ayudar a reducir los tiempos de espera para los que llegan legalmente. Ello le permitirá a la gente hacer una cita para acudir y solicitar su ingreso al país.
En la frontera sur, Estados Unidos les ha negado a los migrantes la oportunidad de solicitar asilo en 2,5 millones de ocasiones desde marzo de 2020 bajo las restricciones por el Título 42, que Trump introdujo como medida de salud de emergencia para prevenir la propagación del COVID-19. Pero siempre ha habido críticas de que el mandatario republicano usó las restricciones como pretexto para sellar la frontera.
Biden tomó medidas para poner fin a las restricciones por el Título 42, y los republicanos demandaron para que las mantuviera. La Corte Suprema federal ha mantenido esa norma en vigor por ahora. Funcionarios de la Casa Blanca dicen que aún creen que las restricciones deberían llegar a su fin, pero sostienen que pueden seguir negando la entrada a los migrantes amparándose en las leyes migratorias.
La mayoría de los cruces fronterizos ilegales actuales son de personas de alguna de las cuatro nacionalidades a las que Biden se refirió el jueves. Los cubanos están saliendo de su país en la mayor cantidad en seis décadas, y hubo 34.675 detenciones de cubanos en la frontera sur de Estados Unidos en noviembre, un incremento del 21% con respecto a octubre. También hubo 34.209 detenciones de nicaragüenses en noviembre, un incremento del 65% con respecto a octubre.
Pero los venezolanos fueron vistos mucho menos en la frontera después de que México accedió el 12 de octubre a empezar a aceptar a los que fueran expulsados por Estados Unidos. Hubo 7.931 detenciones de venezolanos, una disminución del 64% con relación a octubre.
Los venezolanos han dicho que los cambios han sido difíciles, especialmente en lo que respecta a hallar a un patrocinador que tenga los recursos financieros para respaldarlos. E incluso si hallan un patrocinador, a veces demoran su llegada porque carecen de los recursos económicos para pagar el vuelo a Estados Unidos. Para algunos, el pasaporte venezolano que necesitan ha expirado, y no pueden darse el lujo de pagar la renovación.
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Spagat reportó desde San Diego. Los periodistas de The Associated Press Rebecca Santana en Washington y Gisela Salomón en Miami contribuyeron a este despacho.