Rescatistas hallaron este sábado 17 de diciembre, los cuerpos de una madre y su hijo, lo que elevó a 23, la cifra de fallecidos debido a un deslave en un campamento sin licencia en Malasia. Otras 10 personas seguían desaparecidas.
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El jefe de los bomberos del estado de Selangor, Norazam Khamis, dijo a reporteros que los cadáveres estaban enterrados bajo un metro (tres pies) de lodo y escombros.
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“Había esperanzas de encontrar a sobrevivientes que pudiesen haberse agarrado a ramas o piedras y contasen con bolsas de aire, pero las posibilidades eran escasas”, agregó Khamis.
Las autoridades dijeron que 94 personas dormían en el campamento habilitado en una granja orgánica en la madrugada del viernes 16 de diciembre, cuando el lodo se desprendió de un camino a unos 30 metros (100 pies) de altura y cubrió aproximadamente una hectárea (tres acres).
La mayoría eran familias que disfrutaban unas vacaciones cortas durante el descanso escolar por el fin de año. Entre las 23 víctimas mortales había: seis niños y 13 mujeres. Las autoridades siguen realizando las autopsias y esperando a que los familiares identifiquen los cuerpos.
Una madre y su hijo pequeño fueron hallados abrazados en una escena conmovedora, dijeron los rescatistas. Otras siete personas fueron hospitalizadas y docenas más, entre ellos tres singapurenses, fueron rescatados ilesos.
Con cascos, palas y otros materiales, los rescatistas trabajaron en equipos para revisar escombros a una profundidad de hasta ocho metros (26 pies). Se emplazaron excavadoras y algunos usaban perros para detectar posibles indicios de vida o cadáveres.
Funcionarios dijeron que aproximadamente 450 mil metros cúbicos (casi 16 millones de pies cúbicos) de escombros, suficientes para llenar 180 piscinas olímpicas, cayeron sobre el campamento.
Según Norazam, los rescatistas trabajaban con cautela, debido a que las corrientes de agua subterránea podrían causar nuevos deslaves.
Las autoridades dijeron que los propietarios del terreno carecían de licencia para operar un campamento. Asimismo, los funcionarios no han podido especificar la causa exacta del deslave, pero creen que pudo deberse al movimiento de agua subterránea, en un momento en que las lluvias monzónicas de fin de año generaron inestabilidad en el terreno.
En sus relatos a la prensa local, los sobrevivientes contaron que antes del siniestro escucharon un ruido atronador y sintieron que la tierra se movía. El gobierno ordenó el cierre de todos los campamentos del país situados cerca de ríos, cascadas y laderas durante una semana para evaluar su seguridad.
El campamento en Batang Kali, a unos 50 kilómetros (30 millas) al norte de Kuala Lumpur, es un sitio de recreo popular para instalar tiendas o rentarlas a la granja. Pero las autoridades dijeron que ha estado operando ilegalmente desde hace dos años.
Cuenta con permiso para operar la granja, pero carece de licencia para las actividades de campamento. Si es hallado culpable, el operador enfrenta hasta tres años de cárcel y una multa.