WASHINGTON (AP) — Líderes africanos celebran esta semana una reunión cumbre en Washington con el presidente estadounidense Joe Biden, quien tratará de convencerles de que Estados Unidos puede ser un catalizador importante para el desarrollo de su continente en los próximos años.
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En la cumbre que inició el miércoles, Estados Unidos tratará de reducir la brecha de confianza con África que se ha ensanchado en los últimos años ante la percepción de que Washington no le presta la atención debida a esa región. La administración Biden está presentando a su país como un socio sólido y confiable a fin de promover las elecciones justas e imparciales e impulsar el desarrollo en los campos de salud y energía.
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Sin embargo, los intentos se realizan en momentos en que Estados Unidos se ve sumamente rezagado con respecto a China en cuanto a las inversiones en el África subsahariana, que se está convirtiendo en un campo cada vez más importante en la tensa competencia que libran las dos potencias mundiales. La Casa Blanca insiste en que la cumbre es más una oportunidad para escuchar las inquietudes africanas y no una oportunidad de contrarrestar a Beijing, pero el principio básico de la política exterior de Biden lo ensombrece todo: Estados Unidos está en medio de una batalla histórica para demostrar que la democracia es un sistema gobierno preferible al autoritarismo.
Ese mensaje quedó claro en los eventos del miércoles: un discurso de Biden ante líderes empresariales de ambos continentes, una reunión más pequeña del presidente con algunos líderes africanos cuyos países realizarán elecciones en 2023, y una cena a invitación de la primera dama en la Casa Blanca para todos los líderes y sus parejas.
Además de eso, Jill Biden realizó un programa el miércoles por la mañana en el Centro Kennedy de las Artes Escénicas, donde declaró ante los presentes: “Mi esperanza es que la manera en que nos hacemos sentir los unos a los otros durará más allá de esta cumbre”.
Biden anunció el miércoles más de 15.000 millones de dólares en inversiones comerciales prometidas y asociaciones, incluyendo una iniciativa de 350 millones para ayudar al país modernizar sus sistemas digitales, y otros 350 millones para impulsar la igualdad y las iniciativas empresariales de las mujeres.
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Contribuyeron Matthew Lee en Washington y Cara Anna en Nairobi, Kenia.