MOSCÚ (AP) — El traficante de armas ruso Viktor Bout, quien regresó a casa el jueves tras haber sido canjeado por la basquetbolista estadounidense Brittney Griner, es conocido en algunos círculos como el “Mercader de la Muerte” que avivó algunos de los peores conflictos en todo el mundo.
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En Rusia, sin embargo, es considerado un intrépido hombre de negocios que fue encarcelado injustamente después de una operación encubierta estadounidense demasiado agresiva.
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La película de 2005 “Lord of War”, protagonizada por Nicolas Cage, se basó vagamente en Bout, un exoficial de la Fuerza Aérea soviética que obtuvo fama por supuestamente suministrar armas para algunas guerras civiles en América del Sur, Medio Oriente y África. Se decía que entre sus clientes se encontraban el expresidente de Liberia Charles Taylor, el líder libio Moamar Gadafi y ambos bandos en la guerra civil de Angola.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia señaló en un comunicado que el intercambio de prisioneros se realizó en Abu Dabi, y la televisora rusa mostró un video de Bout a bordo de un avión privado, mientras le revisaban la presión arterial y hablaba con su familia por teléfono. Más tarde transmitió su llegada al aeropuerto Vnukovo de Moscú, con su esposa y su madre abrazándolo.
“Simplemente me despertaron y me dijeron que empacara mis pertenencias”, dijo Bout, refiriéndose a los funcionarios penitenciarios de Estados Unidos. “No me dieron ninguna información específica pero entendía la situación que se estaba desarrollando”.
La madre de Bout, Raisa, agradeció al presidente Vladimir Putin y al Ministerio de Asuntos Exteriores por liberar a su hijo, de acuerdo con reportes de la agencia de noticias rusa Tass.
Durante años, Rusia había presionado por la liberación de Bout. Mientras crecían las especulaciones sobre tal acuerdo, la cámara alta del Parlamento inauguró una exposición de pinturas que Bout realizó en prisión y cuyos temas iban desde el dictador soviético Josef Stalin hasta un gatito.
La muestra de su arte subrayó las complejidades de Bout. Aunque era parte de un negocio sangriento, el hombre de 55 años era vegetariano, aficionado a la música clásica y, se dice, habla seis idiomas.
Incluso la exjueza federal que lo condenó en 2011 pensó que sus 11 años tras las rejas había sido un castigo adecuado.
“Ha cumplido tiempo suficiente por lo que hizo en este caso”, dijo Shira A. Scheindlin a The Associated Press en julio, cuando las posibilidades de su liberación parecían aumentar.
Griner, quien fue arrestada en el aeropuerto Sheremetyevo de Moscú en febrero después que se encontraran cartuchos para vaporizador que contenían aceite de cannabis en su equipaje, fue sentenciada en agosto a nueve años de prisión. Washington protestó por su sentencia, a la que describió como desproporcionada, y algunos observadores indicaron que canjear a un traficante de armas por una persona encarcelada por una pequeña cantidad de drogas sería un mal acuerdo.
Bout fue condenado en 2011 por cargos de terrorismo. Los fiscales aseveraron que Bout estaba a punto de vender hasta 20 millones de dólares en armas, incluyendo misiles tierra-aire para derribar helicópteros estadounidenses. Cuando hicieron tal afirmación durante su sentencia de 2012, Bout gritó: ”¡Es una mentira!”
Bout ha defendido su inocencia y se describe a sí mismo como un hombre de negocios legítimo que no vende armas.
El caso de Bout encajaba bien en la narrativa de Moscú de que Washington pretendía atrapar y oprimir a rusos inocentes con argumentos poco sólidos.
“A partir del sonoro caso Bout, se ha desarrollado una auténtica ‘caza’ de ciudadanos rusos por todo el mundo por parte de los estadounidenses”, escribió el año pasado el periódico gubernamental Rossiiskaya Gazeta.
Rusia describía su caso como una cuestión de derechos humanos. Su esposa y su abogado afirmaron que su salud se deterioró en el duro entorno carcelario, en el que los extranjeros no siempre tienen derecho a las exenciones que podrían recibir los estadounidenses.
No se tenía previsto que Bout fuera liberado sino hasta 2029. Estaba detenido en una instalación de mediana seguridad en Marion, Illinois.
“Le fue mal a él”, comentó Scheindlin, la jueza retirada, y señaló que los agentes de Estados Unidos “pusieron palabras en su boca” para que dijera que era consciente de que podían morir estadounidenses por las armas que vendía, con el fin de que se le impusiera un agravante por terrorismo que lo obligara a cumplir una larga pena en prisión, si no es que cadena perpetua.
Scheindlin impuso a Bout la pena mínima obligatoria de 25 años, pero dijo que lo hizo sólo porque era lo estipulado.