RÍO DE JANEIRO (AP) — Durante su campaña, Luiz Inácio Lula da Silva prometió mantener un enorme programa de asistencia social, aumentar el salario mínimo y elevar el gasto en salud y educación. Ahora, el presidente electo de Brasil está tratando de cumplir esas promesas, y los inversionistas están preocupados.
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El equipo de transición de Lula presentó el miércoles por la noche al Congreso un anteproyecto para eludir un tope de gastos impuesto constitucionalmente mediante la creación de una excepción para la asistencia social. Luego, en un foro internacional sobre el clima que se realiza en Egipto, Lula reiteró el jueves que no da mucha importancia al nerviosismo de los especuladores sobre sus planes para liderar un gobierno socialmente responsable.
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Al comenzar las cotizaciones el jueves, el real, la moneda brasileña, cayó a su nivel más bajo frente al dólar desde julio, y el índice bursátil de referencia Bovespa perdió más del 2,5%, aunque redujo esas pérdidas durante la sesión. Los operadores prevén alzas en las tasas de interés el próximo año, ya que la propuesta de Lula “confirmó el riesgo (fiscal) que antes era sólo un rumor”, dijo Sérgio Vale, economista en jefe de MB Associados.
Lula ha dicho en varias ocasiones que las reacciones del mercado parecen exageradas, y afirma que los inversionistas lo tienen en un concepto diferente al del actual presidente Jair Bolsonaro. Ha destacado también su historial de generar crecimiento incluyente mientras mantenía una responsabilidad fiscal durante sus dos mandatos anteriores, de 2003 a 2010.
Pero el estado actual de las economías brasileña y mundial contrasta fuertemente con los años del superciclo, cuando hubo un fuerte auge en la demanda de materias primas, y Lula tiene mucho menos margen de maniobra. En su último año en el cargo, más del 21% del presupuesto del poder ejecutivo fue discrecional, frente a sólo el 6,3% programado para 2023, según un informe del Congreso sobre el presupuesto para el próximo año.
El escepticismo de los inversionistas sobre el compromiso del Partido de los Trabajadores con la restricción fiscal está reviviendo debido a la propuesta de gastos para 2023, los comentarios de Lula y sus posibles selecciones para ministro de Finanzas, las cuales han sido nombradas por la prensa brasileña.
“Es difícil ver puntos positivos; sólo veo problemas”, señaló Zeina Latif, economista de la consultora Gibraltar, sobre la propuesta de gasto. La especialista lamentó que los tecnócratas no participaran en su elaboración. “Es una conversación puramente política, sin experiencia, sin compromiso de aprobar ninguna reforma, sólo pidiendo gastar más”, señaló Latif.
El presupuesto no incluye fondos para mantener el programa de bienestar Auxílio Brasil a su nivel de 600 reales (110 dólares) mensuales. Según la propuesta de enmienda constitucional, todo el programa —con un costo estimado de 175.000 millones de reales (32.000 millones de dólares)— sería excluido del tope de gastos. Además, se destinarían otros 18,000 millones de reales (3.300 millones de dólares) para las familias con niños pequeños, quienes recibirían 150 reales (27 dólares) más al mes.
El mercado ya estaba esperando un déficit el próximo año, pero aproximadamente a la mitad del que está propuesto, agregó Latif, quien también criticó que Bolsonaro empleara en repetidas ocasiones reformas constitucionales para eludir el tope de gastos.
Algunos de los comentarios de Lula han provocado recelo entre los inversionistas. El 10 de noviembre pronunció un apasionado discurso en la capital, Brasilia, en el que se comprometió a priorizar el combate contra el hambre sin importar las preocupaciones del mercado.
“Si cuando concluya este mandato todos los brasileños ya tuvieron nuevamente café, almuerzo y cena , entonces habré cumplido con la misión de mi vida”, dijo con la voz entrecortada. Luego criticó la fijación del mercado con su disciplina fiscal y dijo que es momento de un “nuevo paradigma”. Ese día la moneda perdió 4% de su valor frente al dólar.
“No tiene caso pensar únicamente en la responsabilidad fiscal, porque tenemos que empezar a pensar en la responsabilidad social”, declaró Lula el jueves. Añadió que el límite de gastos le quita dinero a la salud, la educación, la tecnología y la cultura.
“Ah, pero si digo eso, el mercado bursátil se va a desplomar, el dólar va a subir”, continuó. “Tengan paciencia. Porque el dólar no sube y la bolsa no cae por personas que hablan en serio, sino por los especuladores”.
La propuesta de Lula tendrá que pasar por las dos cámaras del Congreso antes de que concluya el año para poder entrar en vigor en 2023. El presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, quien acompañó a Lula a Egipto, ha dicho que está a favor de retirar el programa de bienestar del límite de gastos.
Los economistas señalan que el primer mandato de Lula, de 2003 a 2006, estuvo marcado por la responsabilidad fiscal, aun mientras sus políticas sacaban a decenas de millones de personas de la pobreza. El gasto aumentó en su segundo mandato, en respuesta a la crisis financiera global de 2007-2008.
Los temores se derivan principalmente del mandato de su sucesora, Dilma Rousseff, también del Partido de los Trabajadores. Durante sus dos periodos como presidenta, continuó y expandió las medidas de Lula, y la mayor economía de Latinoamérica cayó en su peor recesión en un siglo.
Rousseff eventualmente fue destituida por violar las leyes de responsabilidad fiscal. Su sucesor introdujo el límite de gastos en 2016 para recuperar la confianza de los mercados.
“La gente ve a Lula como si fuera Dilma”, dijo la economista brasileña Monica de Bolle, profesora en la Universidad Johns Hopkins. “Pero Dilma no escuchaba a nadie. Lula es completamente distinto: Es un animal político, no un tecnócrata. Más que nada, Lula es muy pragmático”.
La elección de Lula para vicepresidente es un claro ejemplo: Geraldo Alckmin, un antiguo adversario centroderechista, fue gobernador durante tres periodos del estado de Sao Paulo, el motor económico de Brasil.
Henrique Meirelles, expresidente del banco central y exministro de Finanzas que fue un férreo defensor de la creación del límite de gastos, también ha respaldado las gestiones de Lula para garantizar el aval para los gastos adicionales que cubrirán la continuación del programa social.
“No hay contradicción entre la responsabilidad fiscal y la responsabilidad social”, afirmó Meirelles en Twitter. “La responsabilidad fiscal permite la sostenibilidad (del gasto público). El presidente electo Lula gobernó con mucho éxito, siguiendo esa línea, y creo que volverá a seguir esa línea”.