Qatar hizo una promesa a los aficionados hace 12 años, cuando comenzó su campaña para albergar el Mundial: Nos encanta el fútbol como a ustedes, así que vengan y disfrútenlo con nosotros.
El mensaje reconocía que habría escepticismo sobre la posibilidad de que un pequeño emirato cuya selección nacional jamás ha disputado una Copa del Mundo — y ni siquiera un partido de eliminatorias sino hasta 1977 — pudiera equiparar la pasión que había rodeado al máximo evento del fútbol en el orbe durante Alemania 2006, la edición mundialista más reciente hasta entonces.
Incluso en la víspera del torneo, el escepticismo sigue ahí.
Hay dudas de que los aficionados LGBTQ estarán seguros en un país donde se penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo, También causa inquietud el plan de Qatar para pagar los gastos de unos 1.500 aficionados, a fin de que visiten el país y generen influencia en las redes sociales.
Los hinchas invitados acudirán a la ceremonia inaugural vestidos con los colores de cada equipo y entonarán cánticos aprobados antes de que Qatar enfrente a Ecuador el 20 de noviembre en el primer partido.
Luego, se quedarán al menos dos semanas, publicando contenido elogioso en las redes sociales y reportando ante los organizadores del torneo a los denominados troles.
¿Tiene Qatar una cultura futbolística suficiente para albergar el mayor suceso del deporte favorito del mundo?
Absolutamente, dijo a The Associated Press un aficionado local en Doha.
“Todo este país se va a convertir en un festival. Todos estamos al tanto de eso”, comentó en una entrevista telefónica Hamad al Amari, quien mira los partidos del Liverpool en la Liga Premier con un grupo de seguidores. “No puede haber algo mejor que esto”.
Esta nación es semejante a una ciudad-estado — con unos 350.000 ciudadanos qataríes en una población de menos de 3 millones. En estas condiciones, se someterá a prueba con la llegada de 1,2 millones de visitantes durante el torneo de 29 días.
Algunos se encontrarán viendo partidos en los centros comerciales, se congregarán para beber alcohol en los lugares donde ello se permita, como el Lemon Café del Tawar Mall, el preferido del grupo de seguidores de Liverpool al que pertenece al Amari.
“La gente que quiere beber una cerveza va a los hoteles. Hay bares deportivos que lo entienden”, dijo.
Mencionó como ejemplo la posibilidad de ver partidos de la Liga de Campeones de Europa en el Marriott de West Bay.
Ahí, una botella de cerveza puede costar 56 riyales (unos 15 dólares).
Budweiser, la cerveza patrocinadora del Mundial, se servirá durante las noches en la sede oficial del Fan Fest de la FIFA. Será una zona acordonada para unas 40.000 personas en el céntrico parque Al Bida.
Será ahí también donde Al Amari, comediante, trabajará divirtiendo a los asistentes.
El parque y la zona amplia de Corniche frente al mar, recibirán a muchos aficionados.
Encontrar sitios menos conocidos pero atractivos para mirar los partidos será difícil, dijo Al Amari. Y los restaurantes y bares para fumar narguile en los estrechos callejones del mercado Souq Waqif serán demasiado solicitados.
“Ése será el lugar más difícil para encontrar un lugar”, dijo Al Amari. “Son más para los residentes que siempre van ahí, y todos saben dónde sentarse”.
No toda la demanda provendrá de los aficionados europeos, al menos hasta la fase de eliminación directa, donde el fervor de los habitantes locales suele despegar.
La Federación Belga de Fútbol ha reportado la venta de cientos si no es que miles de entradas a partir de la cuota de 8% de la capacidad de los estadios que cada selección obtiene.
En Suiza, una de las naciones más adineradas de Europa, casi la mitad de su cuota —1.500 boletos— se ha vendido para los partidos contra Camerún y Serbia. Más entradas pero no todas, se han comprado para el atractivo encuentro ante Brasil.
La Federación Suiza citó como factores que habrían afectado las ventas el costo de viajar a Doha, la escasa oferta de hoteles y el debate sobre la situación de los derechos humanos en Qatar.
En Inglaterra, el grupo oficial de aficionados LGBTQ, conocido como Lions Pride, no asistirá a este Mundial.
“Entendemos a partir de nuestras contrapartes, los ciudadanos qataríes y grupos de inmigrantes, que nuestra visibilidad, nuestra presencia, los volvería vulnerables a potenciales abusos sistemáticos de instituciones y personas”, dijo esta semana el fundador del grupo Di Cunningham. “Así que no vamos”.
El atractivo del Mundial y el deseo de vivir una aventura hace que muchos aficionados inviertan dinero y tiempo.
Para los aficionados de Argentina, el país del astro Lionel Messi, la fiesta en Qatar estará condicionada por la distancia y la falta de dólares.
Un paquete turístico que incluye vuelos, hospedaje y entradas para la primera ronda tiene un costo aproximado de 10.000 dólares, una cifra imposible para la mayoría de los argentinos que padecen la inestabilidad de la economía y una inflación de 7% mensual.
A esto se suman las restricciones cambiarias impuestas por el gobierno de Alberto Fernández para comprar dólares estadounidenses. El común de la gente sólo puede acceder a ellos en el mercado negro y allí se cotizan casi al doble que en el sistema bancario.
Pese a todo, Osvaldo Santander y su hijo Julián, ambos coleccionistas de fútbol especializados en mundiales, viajarán a su tercera Copa del Mundo con ayuda de ahorros, banderas y ... Shrek.
A principios de año, Osvaldo ganó un millón de pesos (aproximadamente 6.500 dólares) en un concurso de preguntas y respuestas de gran audiencia en la televisión argentina. La pregunta: ¿cuánto dura la película Shrek? “Dije 126 (minutos) y eran 93. Gané por aproximación”, dijo A The Associated Press en su casa de la localidad de Banfield, suburbio al sur de la capital argentina.
Para financiarse la estadía de un mes en Doha, los Santander también necesitaron de ahorros. “Para mundiales tenemos una lata (alcancía) aparte. Por ahí no cambiamos el auto”, indicó el padre.
Padre e hijo rentaron un apartamento en Doha junto a otros compatriotas. Para alentar a Messi y compañía en cancha por ahora deben cruzar los dedos para que clasifiquen a los cuartos de final. Argentina es el octavo país en más demanda de entradas.
“Somos muy apasionados, alocados, nos vemos en la responsabilidad de ir y mostrar nuestro trapo (bandera) con nuestro nombre, de nuestra ciudad, a nuestros ídolos máximos, Leo (Messi) y Diego (Maradona)”.