ROMA, 20 (EUROPA PRESS)
Este acuerdo, ya renovado en 2020, fue suscrito en Pekín en 2018 y se aplica desde octubre de ese año, no sin críticas ya que en sus cuatro años de funcionamiento se han producido seis ordenaciones episcopales y dos de ellas ni siquiera pueden enmarcarse en el pacto entre Roma y Pekín. El obispo Yao Shun, de Jining, ordenado el 16 de agosto de 2019, había sido aprobado por la Santa Sede desde 2010. El obispo Xu Hongwei, de Hanzhong, ordenado el 28 de agosto siguiente, había sido aprobado por Roma desde 2016. El Papa reconoció en julio de este año que el acuerdo está yendo "lentamente".
Hasta la firma del texto y llegada al poder en China de los comunistas, cuando expulsaron al nuncio apostólico, el país asiático únicamente había permitido el culto católico por medio de la Asociación Patriótica Comunista China. Se trata de un departamento leal al gobierno chino, que además rechazaba la autoridad de la Santa Sede en el nombramiento de obispos y en el gobierno de la Iglesia.
De este modo, los obispos legítimos que permanecían fieles al Papa vivían una situación cercana a la clandestinidad, permanentemente asediados y perseguidos por las autoridades comunistas. Todavía hoy conviven la iglesia oficial y la clandestina y la intención de este convenio es llegar a unificarlas.
El padre Bernardo Cervellera, director de AsiaNews, crítico con este acuerdo, ha señalado en declaraciones a Europa Press, Cervellera apunta que lejos de reconciliar estas dos iglesias, ahora están "más separadas" que nunca. "Los fieles no pueden colaborar entre ellos porque si colaboran la iglesia oficial se ve amenazada", detalla.
Según explica, son muchos los sacerdotes de la iglesia clandestina que han acabado firmando la adhesión al Partido Comunista. Pero también hay "algunos que no han firmado y que han sufrido terribles consecuencias: les han echado a la fuerza de las parroquias; están vigilados y algunos los mantienen en arresto domiciliario. Otros sacerdotes han optado por dejarlo y han vuelto a trabajar como algunos agricultores o chóferes. También han cerrado conventos".
"El Vaticano ve con una positividad casi ciega este acuerdo. Esperaban que después de acordar el procedimiento para designar obispos, se abriera la puerta al diálogo en otros aspectos como el reconocimiento de los obispos clandestinos, algo que no ha ocurrido; o la desaparición de la Asociación Patriótica que, en cambio, tiene más poder que nunca; así como el espacio de acción de la Iglesia. Nada de esto ha sucedido y ahora la libertad religiosa está peor que antes", asegura. Tampoco se ha procedido a la apertura de una sede vaticana en Pekín.
En cualquier caso, comprende que la diplomacia de la Santa Sede defienda el acuerdo porque es la primera vez en siete décadas en que hay un mínimo de relación.
Por el contrario, Francesco Sisci, analista de la Renmin University of China de Beijing, defiende el acuerdo al entender que la Iglesia durante toda su historia ha llevado a cabo este tipo de alianzas con el poder político y muchos de ellas han sido muy controvertidas. "Este es un acuerdo de supervivencia. Mejor esto que la muerte de la Iglesia", señala.
Con todo, el próximo 26 de octubre se reanudará el juicio contra el cardenal Joseph Zen Ze-kiun, obispo emérito de Hong Kong, acusado por el tribunal de West Kowloon (China) de administrar el Fondo 612- una fundación de ayuda humanitaria para activistas detenidos por el régimen chino. Para Cevellera este juicio se va a convertir en un "proceso a la iglesia" y una sugerencia de que lo que le va a pasar si es una iglesia que "defiende la democracia".