LOS ÁNGELES (AP) — Bricia López ha recibido a gente de todo tipo en el popular restaurante de su familia, que ofrece comida con influencia indígena de su estado natal de Oaxaca, entre ellos a Nury Martinez, la primera latina elegida presidenta del Concejo Municipal de Los Ángeles.
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El restaurante, llamado Guelaguetza, se ha convertido en una institución conocida por introducir la cocina y la cultura únicas de esa entidad mexicana a los habitantes de Los Ángeles, con una clientela que va desde familias inmigrantes a actores mexicanos y funcionarios locales influyentes como Martinez.
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Pero ahora, después de un escándalo por una grabación en la que se oye a Martinez hacer comentarios racistas sobre oaxaqueños como López, la restaurantera y autora de libros de cocina, de 37 años, dijo sentirse tremendamente traicionada.
Martinez renunció a su banca en el Concejo el miércoles y se disculpó. Pero los comentarios peyorativos le seguían doliendo mucho a los inmigrantes de Oaxaca, que tiene una de la poblaciones indígenas más numerosas de México. Tristemente, muchos dijeron que no se sienten sorprendidos. Durante su infancia en su patria y después de llegar a Estados Unidos, comentaron que están acostumbrados a esos comentarios mordaces, no sólo de personas que no son latinas, sino también de parte de inmigrantes mexicanos de piel más clara y sus descendientes.
“Cada vez que esta gente me miró a la cara, todos me estaban mintiendo”, dijo López. “No deberíamos permitir que esta gente nos mienta y nos diga que somos menos, o que somos feos, o permitir que se rían de nosotros”.
Tras la dimisión de Martinez, otros dos concejales latinos enfrentan un clamor para que renuncien por la grabación de hace un año, en la que se burlaban de sus colegas y hablaban sobre proteger la influencia latina en los distritos del concejo. Martinez empleó un término insultante para el hijo negro de un concejal blanco y dijo que los inmigrantes de Oaxaca eran feos.
“Veo a muchos de esos chaparros de piel oscura”, declaró Martinez en referencia a una zona en particular de un vecindario predominantemente latino en el barrio de Koreatown. “Ni siquiera sé de qué aldea son, ni cómo llegaron hasta aquí”.
López dijo que había oído comentarios racistas similares durante su infancia en California, pero que albergaba esperanzas de que fueran cosa del pasado y que los inmigrantes jóvenes de Oaxaca no tuvieran que escucharlos.
“Yo quiero que la gente se mire en el espejo cada día y vea la belleza”, dijo.
Oaxaca tiene más de una docena de etnias, incluyendo los mixtecos y zapotecas. El estado sureño mexicano es conocido por sus alfombras tejidas y teñidas a mano, sus impolutas playas del Pacífico, una bebida alcohólica llamada mezcal y una sofisticada gastronomía que incluye moles, salsas densas elaboradas con más de dos docenas de ingredientes.
En Los Ángeles vive la población mexicana más numerosa de Estados Unidos, y casi la mitad de sus 4 millones de habitantes son latinos, según las cifras del censo. Estudios informales indican que varios cientos de miles de inmigrantes de Oaxaca viven en California, y la mayor concentración está en Los Ángeles, dijo Gaspar Rivera Salgado, director del Centro para Estudios Mexicanos de la Universidad de California, campus Los Ángeles.
A menudo se emplea un lenguaje denigrante contra los indígenas mexicanos. Es el “legado del periodo colonial”, dijo Rivera Salgado, refiriéndose al periodo de gobierno español en el pasado.
El racismo y la discriminación en función del tono de piel entre personas de la misma etnia están arraigados desde hace siglos en México y otros países latinoamericanos. Yalitza Aparicio, la actriz nominada a un Oscar por la película “Roma”, que es de Oaxaca, sufrió hace unos años insultos racistas en su país y agresivas diatribas en internet por sus rasgos indígenas después de que apareció en la portada de la revista Vogue México.
Odilia Romero dijo que el escándalo no le sorprende. Romero, líder comunitaria oaxaqueña, está entre muchos que habían estado presionando para que renunciara Martinez, hija de inmigrantes mexicanos, y los otros dos concejales que intervienen en la conversación filtrada.
Romero indicó que también ha recibido muchas llamadas desde que se desató el escándalo, incluida una de una persona que le dijo que no dejara que los comentarios dañinos distrajeran la atención de las labores cruciales para ayudar a la comunidad de inmigrantes.
“Ese es un comentario muy paternalista”, declaró Romero, directora ejecutiva del grupo Comunidades Indígenas en Liderazgo, o CIELO, e intérprete de la lengua zapoteca. “Cómo se atreven a decirnos a los indígenas que no lo entendemos. Por supuesto que lo entendemos, lo vemos todos los días”.
Lynn Stephen, profesora de antropología de la Universidad de Oregon e investigadora de la migración mexicana y los pueblos indígenas, dijo que el concepto de mestizaje —el ser de raza mixta y de una nación no unificada por la raza— pretendía borrar las comunidades indígenas, no impulsarlas, y que la discriminación persiste hasta el día de hoy. Llega a Estados Unidos con los migrantes, dijo, y existen divisiones similares en otros países latinoamericanos.
“Esta clase de comentarios dirigidos hacia personas indígenas de parte de personas no indígenas de México, Guatemala, etcétera, es una capa diferente de racismo”, dijo Stephen. “La gente de Oaxaca tiene que lidiar con la reacción en contra de los inmigrantes y los mexicanos, a menudo proveniente de estadounidenses no latinos, estadounidenses blancos, en ocasiones otra gente, y luego dentro de esa (capa diferente de racismo), con frecuencia en el lugar donde viven o en la escuela”.
Ofelia Platón, una organizadora de arrendatarios, acudió hace poco a la cámara del concejo de Los Ángeles para exigir la renuncia de los concejales. Dijo que ella no ha sufrido tanta discriminación dentro de la comunidad latina como fuera de ella, pero que no hay espacio para ese comportamiento, especialmente entre funcionarios electos con los que los pobres cuentan para que los ayuden a mejorar su vida.
“Piensan que tienen poder para pisar a la gente”, dijo. “Tienen dos caras”.
A Xóchitl M. Flores Marcial, académica zapoteca y profesora de Estudios Chicanos/as de la Universidad Estatal de California, campus Northridge, no son sólo los comentarios dañinos lo que le duele. Dijo que le parece muy revelador sobre los funcionarios que toman decisiones que afectan a su comunidad. Ella soportó insultos mientras crecía en Estados Unidos, y aún encuentra un rechazo similar cuando viaja a Oaxaca, y a la gente allá le sorprende que sea la directora del equipo de investigación.
“Es muy doloroso porque son personas relevantes”, dijo. “Esto nos lastima, no sólo nuestras emociones, sino nuestra vida real, en términos de nuestros empleos y oportunidades”.
Aun así, la académica dijo tener esperanza para las futuras generaciones en “Oaxacalifornia”, la comunidad unida que ha mantenido sus tradiciones al tiempo que abraza la vida en Los Ángeles.
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Taxin informó desde el condado Orange, California.