CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Luis Gerardo Méndez se deja llevar por el misterio y los pantalones acampanados en “Belascoarán”, una serie inspirada en los libros de Paco Ignacio Taibo II sobre un detective independiente en el México de los años 1970.
PUBLICIDAD
Héctor Belascoáran Shayne, quien se dio a conocer en la novela “Días de Combate” de 1976 ha continuado sus aventuras en libros como “Cosa fácil”, “Algunas nubes”, “No habrá final feliz” y “Muertos incómodos”, entre otros, hasta llegar a 10 títulos (hasta la fecha). Pero en su caso, Méndez conoció su historia una vez que supo que sería parte de la serie, cuyos primeros tres episodios debutan el miércoles en Netflix.
PUBLICIDAD
“Les pedí que me mandaran los libros, para empezar, nunca pude parar”, recordó sobre su lectura en una entrevista reciente en la Ciudad de México. “En la serie cada episodio termina siendo como un buen libro que no puedes parar de leer”.
Belascoarán trabaja desde hace una década para una empresa de electrodomésticos haciendo tostadores.
“Un día se despierta y empieza a cuestionar todo, a cuestionar su matrimonio, a cuestionar su trabajo”, dijo Méndez.
Así que deja su puesto de oficinista y su matrimonio para tomar un curso por correspondencia para convertirse en detective independiente. Su meta es resolver casos que no han sido atendidos por la policía corrupta de México y lo intenta gracias a su mente aguda y lógica ingenieril.
Paulina Gaitán interpreta a Irene, una corredora de autos de carrera con la que se topa Belascoarán en su primer caso, mientras que Irene Azuela da vida a su hermana Elisa, con quien también se apoya en su nueva profesión. A Méndez le pareció “fascinante” poder moldear su personaje con tanta información disponible gracias a las novelas.
“Como actor, cuando puedes hacer un personaje que está basado en una obra literaria es una delicia porque hay todo un universo ya creado de donde puedes elegir”, dijo el actor para quien también fue muy divertido “jugar a ser este antihéroe chilango”.
Algo que destaca en la interpretación de Méndez es el tono y los modismos de los señores de los años 1970 que representa de forma muy natural y que son muy diferentes de los actuales y de los del propio actor.
“De los trabajos más rudos para construir este personaje fue el tema de la voz, que para mí era muy importante”, señaló el histrión que compartió que se auxilió con un entrenador de voz y también invitó a Azuela a sumarse a esa búsqueda de tono y vocabulario para lograr hablar parecido, como si realmente fueran hermanos.
“Fue muy difícil porque el cine de los 70 en México, el tono era súper arriba, súper anquilosado, entonces no funcionaba, hasta que encontré a don Héctor Bonilla que desde muy joven ya era un actor muy virtuoso y orgánico, de ahí le robé ciertas cosas. Busqué muchas entrevistas a escritores, a Carlos Monsiváis, el mismo Paco Ignacio, comerciales de radio de la época, como para irme empapando de esas referencias”, agregó el actor que también se sirvió de tíos y conocidos para su interpretación
Desafortunadamente otras cosas que existían en los años 70 no han cambiado en México como la policía omisa y los casos sin resolver. Actualmente hay más de 90% de impunidad en el país, según datos de 2022 de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
“Los problemas a los que Belascoarán se enfrenta en los 70s son los mismos, la injusticia, la inseguridad, la corrupción, que tristemente están muy arraigados en quienes somos”, reflexionó Méndez a quien le gustaría imaginar un universo donde haya “más Belascoaranes”.
Que “decidiéramos cuestionar las cosas un poco más, decir ‘hasta aquí’”, señaló. “Microacciones que podríamos hacer para ser más como Belascoarán y menos como las fuerzas del mal, como dicen las novelas de Taibo”.
De lo que le gustaría traerse de la década de los 70 a la actualidad, Méndez destacó la ropa, las artes y la libertad.
“Creo que los 70s eran muy cabrones”, señaló. “Un despertar creativo, un despertar sexual, la moda era una locura, los pantalones acampanados, las chamarras de piel”.
“También había como mucha ignorancia, era todo muy ingenuo ... la exploración sexual, antes del sida, pero también la exploración con las drogas antes de entender las consecuencias de eso”, agregó. “Si piensas en esa década particularmente ... era muy emocionante, ¡no había plástico! El plástico empezaba, pero no estábamos retacados”.