Europa enfrenta “riesgos sin precedentes” para sus suministros de gas natural este invierno después de que Rusia cortara la mayoría de sus suministros por gasoducto, y podría terminar en una competencia con Asia por las remesas ya escasas y costosas de gas líquido transportado por barco, según advirtió la Agencia Internacional de la Energía.
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La AIE, con sede en París, dijo el lunes en su reporte trimestral de gas que los países de la Unión Europea deberían reducir en un 13% su consumo durante el invierno en caso de un corte total ruso en medio de la guerra en Ucrania.
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Buena parte de ese recorte recaería sobre los consumidores en forma de medidas como bajar los termostatos en un grado y ajustar la temperatura de las calderas, que se sumarían a los ahorros en el ámbito industrial y de empresas de suministros, indicó el grupo.
La UE acordó el viernes imponer una reducción de consumo de electricidad de al menos el 5% durante las horas punta de precio.
Apenas un goteo de gas ruso sigue llegando por ductos a través de Ucrania hasta Eslovaquia, y a través del Mar Negro y Turquía hasta Bulgaria. Otras dos rutas, bajo el Mar Báltico hasta Alemania y por Bielorrusia y Polonia, están cerradas.
Otro riesgo mencionado en el estudio es que se produzca una ola de frío a finales del invierno, lo que plantearía un desafío especialmente complejo porque el gas en reservas subterráneas fluye más despacio al final de la temporada debido al descenso del gas y la presión en los almacenes. La UE ya ha llenado sus reservas al 88%, por encima de su objetivo del 80% antes del invierno. La AIE asumía que haría falta un 90% en caso de que Rusia cortara todo el suministro.
Las empresas en Europa ya han reducido el consumo de gas natural, en ocasiones simplemente abandonando actividades que requieren mucha energía, como producir acero y fertilizantes, mientras que empresas más pequeñas como las panaderías sufren un brusco aumento en sus costes.
Los altos precios del gas, que se utiliza para calentar viviendas, generar electricidad y una serie de procesos industriales, han impulsado una inflación récord al consumo del 10% en 19 países miembros de la UE que utilizan el euro, y han hecho tanta mella en la capacidad de compra de los consumidores que los economistas predicen una recesión al final de este año y comienzos del siguiente.
Los gobiernos y empresas de suministros en Europa han compensado buena parte del déficit ruso comprando caros envíos de gas natural licuado (GNL), que llega por barco desde países como Estados Unidos y Qatar, y aumentando el suministro por gasoductos desde Noruega y Azerbaiyán.
El objetivo es impedir que las reservas caigan tanto que los gobiernos tengan que racionar el gas a las empresas. Las reservas deben mantenerse por encima del 33% para un invierno seguro, según la AIE, mientras que los niveles por debajo de esa cifra conllevan un riesgo a desabastecimiento si hay una ola de frío al final de la estación.
Los niveles más bajos también harían más difícil que Europa vuelva a llenar los almacenes el próximo verano, mientras que ahorrar y mantener un nivel más alto ayudaría a bajar los precios disparados.
Los líderes europeos dicen que el corte del gas ruso es un chantaje energético dirigido a presionar a los gobiernos por su apoyo a Ucrania y sus sanciones contra Moscú.
Rusia detuvo este mes por el Nord Stream 1 que pasa bajo el Báltico a Alemania. Por su parte, el Nord Stream 2, que pasa en paralelo, nunca ha entrado en funcionamiento porque Alemania rechazó certificar su puesta en marcha. Los dos ductos resultaron dañados la semana pasada en explosiones submarinas que los gobiernos europeos han calificado de sabotaje.
La demanda de gas licuado ha disparado los precios y reducido el suministro hasta el punto de que los países más pobres de Asia no pueden permitírselo. Bangladesh sufre apagones generalizados, mientras que Pakistán enfrenta cortes de luz programados y ha reducido las horas de apertura de comercios y fábricas para ahorrar electricidad.
“La competencia interregional para obtener GNL podría crear más tensión, ya que una necesidad europea mayor pondría más presión sobre otros compradores, especialmente en Asia, mientras que olas de frío en el nordeste de Asia podrían limitar el acceso de Europa al GNL”, señaló la agencia.
La crisis del gas en Europa también ha privado a países asiático de terminales flotantes de regasificación, de las que existe un número limitado y que se esperaba fueran fundamentales en las importaciones de GNL en el sureste de Asia. Europa ha conseguido 12 de esas instalaciones y tiene planes para otras nueve.