SANTIAGO DE COMPOSTELA, 21 (EUROPA PRESS)
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Nieta de Pascual López Cortón, uno de los mecenas de los primeros Juegos Florales de A Coruña y del Álbum de la Caridad, María Luisa Viqueira se crió en un ambiente anegado de visitas destacadas y un gran respeto por la lengua y la cultura gallegas.
Se casó con Rubén Landa, quien pasaría a ocupar la cátedra de Psicología, Lógica y Ética del Instituto Fray Luis de León de Salamanca. Gracias a una beca de su marido, la pareja vive durante 20 meses en distintos lugares de Francia e Inglaterra, desde donde regresan a Salamanca y, posteriormente, a Madrid.
Amigos de Unamuno, Antonio Machado y muchos otros nombres conocidos de la época, su entrada destaca la participación de María Luisa en proyectos pedagógicos.
De hecho, el inicio de la Guerra Civil la sorprendió en Galicia, en la playa de A Lagoa, a pocos kilómetros de Vixoi, donde se había trasladado con su cuñada, los hijos de esta y otros niños de familias republicanas para pasar el verano. Trataban de aprovechar el descanso estival con un pequeño experimento pedagógico en el que, además de baños en la playa, los jóvenes convivieran, repartieran las tareas y se acercaran a la vida de los campesinos gallegos.
Con la explosión de la guerra, María Luisa Viqueira se quedó en Galicia cuidando de su madre, mientras su marido diseñaba en el frente un método para enseñar a leer y escribir a los jóvenes republicanos analfabetos que estaban combatiendo y colaboraba en las Colonias infantiles de Villalgordo del Júcar (Albacete) donde también trabajan sus sobrinas, Luisa y Carmen Viqueira Landa.
Posteriormente, Landa viajaría a la URSS a causa del gobierno republicano para asegurarse de que un grupo de niños republicanos se alejaban de la guerra. Desde allí, inicia un exilio en México al que María Luisa se uniría tras la muerte de su madre y donde se involucrarían en la educación de los hijos de exiliados.