BRASILIA, Brasil (AP) — El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, describe el bicentenario del país el miércoles como una oportunidad de celebrar la orgullosa historia del país. Pero los críticos dicen que ha convertido lo que debería ser un día de unidad en un acto de campaña que temen utilice para socavar las elecciones de mes que viene en la cuarta democracia más grande de América Latina.
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Bolsonaro, rezagado en los sondeos para los comicios del 2 de octubre, ha instado a los brasileños a tomar las calles, y se espera que decenas de miles de sus seguidores acudan a Brasilia, Sao Paulo y su ciudad natal, Río de Janeiro, en una demostración de fuerza. El ejército tenía previstos desfiles en la capital y en Río, con asistencia del mandatario.
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El nacionalista de ultraderecha lleva años embarcado en una misión de fomentar el patriotismo brasileño, y ha adoptado como propios los colores nacionales de verde y amarillo. Llenó su gobierno de militares y pidió su apoyo con frecuencia, la última ocasión para arrojar dudas sobre la fiabilidad del sistema de voto electrónico del país, sin pruebas.
Sus ataques al sistema de voto han avivado un temor generalizado entre sus rivales de que pueda seguir los pasos del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, y rechazar los resultados electorales. Los analistas dijeron que estarían atentos a comentarios provocadores el miércoles.
“Bolsonaro y sus seguidores han convertido este en el día más importante de toda la campaña. De modo que tendrá que ofrecer algo jugoso”, dijo Brian Winter, vicepresidente de política en Americas Society/Council of the Americas. “Pero todo el mundo quiere saber si cruzará esa línea y creará una auténtica crisis institucional”.
Tras un desfile militar en Brasilia, Bolsonaro asistirá a otra demostración en Río a lo largo de la playa de Copacabana, donde suelen manifestarse sus seguidores. Esa última incluirá saludos con rifles, fuego de cañones, exhibición aérea, paracaidistas y buques de guerra fondeados en el mar.
Pero Río no tendrá el gran desfile que había anunciado el presidente en lugar del acto no partidista que se celebra cada año en el centro de la ciudad. El alcalde y la cúpula militar acordaron una demostración más modesta en la zona de playa elegida por el presidente.
Bolsonaro, que fue capitán del Ejército y legislador durante décadas antes de ganar las elecciones presidenciales de 2018, ha pasado la mayor parte de su primer mandato enfrentado con los jueces de la Corte Suprema, algunos de los cuales son también miembros destacados de la autoridad electoral.
Ha acusado a algunos jueces de poner trabas a su gobierno y favorecer al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, favorito en las encuestas en su campaña por regresar al puesto que ostentó entre 2003 y 2010. En la práctica, eso ha convertido a esas personas y sus instituciones en enemigos para las bases de Bolsonaro, que suponen en torno a un cuarto del electorado.
Cuando Bolsonaro lanzó su campaña de reelección el 24 de julio, pidió a sus partidarios “una última” muestra de apoyo el Día de la Independencia. “Esos pocos sordos con togas negras tienen que comprender cuál es la voz del pueblo”, dijo, en alusión a los jueces.
La Guardia Nacional reforzará la seguridad en torno al edificio de la Corte Suprema el miércoles y la policía registrará a la gente en puntos de control en torno a la explanada donde se producirán el desfile militar y un acto multitudinario más tarde.
Desde que comenzó su campaña, Bolsonaro ha suavizado el tono sobre el Día de la Independencia. La semana pasada, en la ciudad sureña de Curitiba, dijo a sus seguidores que bajaran un cartel pidiendo un golpe militar. Y en un anuncio de televisión publicado el martes, instó a la gente a acudir al bicentenario “con paz y armonía”.
Carlos Ranulfo de Melo, politólogo de la Universidad Federal de Minas Gerais, dijo que esto probablemente refleja una estrategia de campaña de evitar una retórica agresiva y en su lugar centrarse en una mejora de la economía.
Pero Rodrigo Prando, profesor de ciencias políticas en la Universidad Presbiteriana de Mackenzie en Sao Paulo, dijo que esperaba que Bolsonaro arremetiera contra el sistema de voto electrónico y la Corte Suprema.
El presidente es conocido por sus exabruptos improvisados. En el desfile del Día de Independencia del año pasado, llevó al país al borde de una crisis institucional al afirmar que ignoraría los fallos de un juez de la Corte Suprema. Más tarde se retractó, dijo que se había dejado llevar por la emoción del momento, y la tensión se redujo.
Ha habido preocupaciones sobre violencia política. Algunos de sus seguidores acérrimos intentaron asaltar la Corte Suprema el año pasado. En julio, un guardia de una prisión federal mató a un representante local del Partido de los Trabajadores de Lula que celebraba su cumpleaños, y los testigos dijeron que había declarado a gritos su apoyo a Bolsonaro antes de apretar el gatillo.
El diario Estadao de S. Paulo, entre otros, reportó el 19 de agosto que la inteligencia militar había identificado un riesgo de que movimientos radicales a favor de Bolsonaro intentaran infiltrarse en las celebraciones del bicentenario para provocar altercados y defender una intervención militar.
“Hay un movimiento que intenta legitimar un golpe si el resultado de las urnas no satisface a los bolsonaristas”, dijo Tai Nalon, cofundadora de la agencia de verificación de datos AosFatos. “Esto no pasaba en 2018”.
Los miembros de la campaña de Bolsonaro confían en que no se salga del guion. El congresista João Augusto Rosa, vicepresidente del Partido Liberal de Bolsonaro, dijo a The Associated Press que quería que el presidente tendiera la mano a los votantes indecisos, especialmente brasileños más pobres que han visto aumentar las prestaciones sociales que reciben durante su gobierno.
“Queremos mostrar todos los beneficios que pudimos conquistar para ellos”, dijo por teléfono el congresista, más conocido como Capitão Augusto. “Este no es el momento de predicar a los que ya se han convertido, sino a los que aún podrían cambiar de opinión”.
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Jeantet informó desde Río de Janeiro. El periodista de Associated Press Mauricio Savarese in Sao Paulo contribuyó a este despacho.