Cada tonelada de dióxido de carbono que sale de una chimenea o de un tubo de escape hace mucho más daño de lo que los gobiernos tienen en cuenta, concluyó un grupo de investigadores en un artículo científico publicado el jueves.
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Los huracanes de gran tamaño traen consigo cada vez más lluvias, y los incendios forestales, las sequías y los aguaceros están ocurriendo con mayor frecuencia e intensidad debido al cambio climático, provocando la pérdida de comunidades, hogares y vidas en todo el mundo. Pero, ¿cuál es el costo real en dólares de las emisiones de carbono que impulsan el cambio climático?
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Eso es lo que intentan averiguar investigadores de diversos campos —ciencia, economía, medicina— mediante una métrica llamada el costo social del carbono, un precio que representa el daño climático total causado a la sociedad por las emisiones de carbono. Se ha utilizado en el pasado para justificar la aplicación de límites más estrictos a las emisiones de carbono y un mayor gasto en soluciones climáticas, como la transición a las energías renovables y la protección contra las inundaciones naturales.
En la actualidad, el gobierno de Estados Unidos utiliza un precio de 51 dólares por tonelada de dióxido de carbono emitido, pero los investigadores escribieron en la revista Nature que el precio debería de ser de 185 dólares por tonelada, es decir, 3,6 veces más alto que el estándar estadounidense actual.
“Nuestros resultados dejan entrever que estamos subestimando enormemente el daño que causa cada tonelada adicional de dióxido de carbono en la atmósfera”, comentó Kevin Rennert, autor del estudio y director de la iniciativa de política climática federal en Resources for the Future, una organización ambiental sin fines de lucro con sede en Washington, D.C. “Y la implicación es que los beneficios de las políticas gubernamentales y otras acciones que reducen la contaminación causante del calentamiento global son mayores de lo que se ha estimado”.
Rennert y sus colegas crearon un modelo actualizado para medir el costo social de las emisiones de carbono, el cual incluye varias medidas excluidas en investigaciones anteriores. Según ellos, las principales adiciones incluyen una mejor contabilización de la incertidumbre de la política climática futura, el crecimiento económico y fenómenos ambientales como el incremento del nivel del mar. También incluyen daños a los ecosistemas, la biodiversidad y la salud humana, que antes no se tomaban en cuenta.
Los cambios se llevaron a cabo en respuesta a un informe de la Academia Nacional de Ciencias, Ingeniería y Medicina de 2017, en el cual señalaba que los cálculos actuales para establecerle precios al carbono eran inadecuados y daba varias recomendaciones para actualizar rápidamente los modelos anticuados.
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Drew Costley reportó desde Washington, D.C. y Matthew Brown desde Billings, Montana.
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Drew Costley y Matthew Brown están en Twitter como: @drewcostley y @matthewbrown.