MADRID, 31 (EUROPA PRESS)
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En la mañana del 31 de agosto de 2021 partidarios de los talibán acudieron al aeródromo de la capital afgana para celebrar el despegue del último avión militar estadounidense, dando por finalizada la retirada de tropas anunciada por Washington, que había fijado como límite el 11 de septiembre, fecha especialmente simbólica por los atentados de 2001 que precisamente desencadenaron la invasión estadounidense sobre Afganistán.
Aquel martes de agosto, los talibán salieron a las calles de la capital afgana, Kabul, a disparar al aire para mostrar su "alegría" por la retirada, que suponía, según aseguró entonces el portavoz del grupo para cuestiones internacionales, Suhail Shahin, la "plena independencia" de Afganistán.
Las mismas imágenes se han vuelto a repetir este miércoles, un año después, durante una celebración militar en el aeródromo de Bagram, en su día el gran centro de coordinación militar de Estados Unidos en Afganistán, situada a unos 70 kilómetros al norte de la capital afgana, Kabul.
El portavoz del gobierno talibán, Zabihulá Mujahid, ha expresado este miércoles en un comunicado que, en el primer aniversario de la retirada de las "fuerzas extranjeras" en Afganistán, las políticas de presión y las sanciones contra el pueblo afgano han empeorado la situación, según ha recogido la agencia de noticias Jaama.
También el representante de la misión permanente ante Naciones Unidas en Afganistán, Naseer Ahmad Faiq, ha explicado ante una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, un año después, sus preocupaciones sobre la situación que vive Afganistán, en especial por un retroceso político y social que ni la comunidad internacional ha logrado frenar.
"Las puertas de la educación secundaria siguen cerradas para las niñas; nuestra juventud no tiene esperanza sobre su futuro. Ciudadanos afganos de distintas religiones y etnias siguen siendo vulnerables", ha explicado, agregando que muchos afganos "están desempleados" y se han visto obligados a huir del país.
Asimismo, hay "informaciones creíbles" de desapariciones forzadas, torturas, ejecuciones extrajudiciales y violencia generalizada contra activistas de Derechos Humanos, periodistas, manifestantes y opositores, así como civiles acusados de tener vínculos con las fuerzas de resistencia de Baghlan, Panjshir y Tajar.
"Las buenas noticias, en comparación con otros años, es que ha habido un decrecimiento notable de la muerte de civiles, y un aumento en recursos nacionales para combatir la corrupción", ha explicado, según un comunicado de la misión de la ONU en Afganistán.
Así, ha hecho un llamamiento a los talibán para que respeten los Derechos Humanos, al tiempo que ha pedido la apertura de las escuelas para las niñas, una decisión condenada por toda la comunidad internacional, así como una relajación general de las restricciones contra los ciudadanos.
Los talibán emprendieron una reconquista que, provincia tras provincia, culminó a mediados de agosto de 2021 con la toma formal de Kabul y la huída del entonces presidente, Ashraf Ghani, dando pie a su vez a una apresurada evacuación que dejó escenas de pánico y caos en el aeropuerto internacional de la capital.
Los fundamentalistas han instaurado un gobierno marcado por la falta de mujeres y de representantes de otros grupos políticos, al tiempo que han hecho frente a críticas a nivel interno e internacional por la limitación de los derechos de la población, especialmente de las mujeres y las niñas.