Durante seis meses de la guerra en Ucrania, los fotógrafos de The Associated Press han capturado imágenes que son a la vez escuetas y elocuentes. El clic de un obturador es breve, pero las historias que cuentan son profundas.
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A veces muestran una vida que terminó en un momento: el cadáver de un soldado ruso tendido boca abajo en la nieve cerca de un tanque destruido. Otras registran el final de una vida, entre la agonía y el terror: médicos que llevan en una camilla a una mujer embarazada herida de muerte a través de las ruinas de un hospital devastado por una bomba en Mariúpol.
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También hay momentos de una energía audaz, como el de una mujer que lleva un rifle mientras ondea una bandera ucraniana, enmarcada por un cielo intensamente azul mientras al fondo se eleva la torre de un monasterio de Kiev.
Algunas fotografías muestran vidas a punto de cambiar, dirigiéndose hacia lo desconocido. Un padre parado fuera de un vagón de ferrocarril en Kiev, con las manos presionadas contra una ventana que enmarca el rostro de su hija pequeña mientras el tren se prepara para partir de la ciudad sitiada hacia la lejana pero pacífica Leópolis. Cientos de personas se amontonan bajo un puente destruido en Irpin, un suburbio de Kiev, preguntándose si los disparos disminuirán lo suficiente como para darles la oportunidad de escapar hacia lo desconocido.
En otra imagen, una mujer pasea a su perro en Kiev, un acontecimiento de la vida cotidiana. Su mirada está atenta a su mascota, apartando el rostro de las ruinas de un centro comercial destruido por cohetes justo detrás de ella.
Otra fotografía es del presidente Volodymyr Zelenskyy, sentado en una escalera de su oficina, al parecer casualmente, con las piernas cruzadas y la barbilla apoyada en una mano. Por su postura, podría ser un hombre esperando a su pareja romántica, que llega retrasada. Pero las pilas de sacos de arena detrás de él hablan de la constancia de la guerra. Está esperando, pero no una fecha, sino cómo y cuándo terminará la guerra.