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Ataque a Rushdie muestra divisiones entre chiítas libaneses

ARCHIVO - La periodista libanesa Dima Sadek usa su teléfono celular para grabar un video de una protesta antigubernamental en Beirut, el 4 de diciembre de 2019. (Foto AP/Hussein Malla, archivo) AP (Hussein Malla/AP)

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BEIRUT (AP) — El apuñalamiento del escritor Salman Rushdie ha dejado al descubierto divisiones en la comunidad musulmana chiíta del Líbano, enfrentando a unos pocos que denuncian la violencia contra fervientes seguidores del grupo militante chiíta Hezbolá respaldado por Irán que han elogiado el ataque. Una defensora de Rushdie recibió amenazas de muerte.

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El ataque tocó de cerca a los chiítas del Líbano. El agresor, Hadi Matar, de 24 años, tiene doble nacionalidad libanesa y estadounidense, y su padre vive en un pueblo en el sur del Líbano dominado por Hezbolá. La madre de Matar ha dicho que cree que la visita de su hijo a la aldea de Yaroun en 2018 lo convirtió en un fanático religioso.

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El edicto religioso, o fatua, que instó a los musulmanes a matar a Rushdie fue emitido en 1989 por el entonces líder espiritual de Irán, el ayatolá Ruhollah Khomeini, quien acusó al autor de blasfemia por su interpretación del profeta Mahoma en la novela “The Satanic Verses” (“Los versos satánicos”).

Irán, un aliado cercano de Hezbolá, elogió el ataque del viernes, pero negó su participación directa. Los funcionarios de Hezbolá han estado callados desde el ataque contra Rushdie, de 75 años, cuando estaba a punto de dar una conferencia en el oeste de Nueva York. Un funcionario de Hezbolá se negó a hacer declaraciones cuando fue contactado por The Associated Press.

La mayoría de los chiítas libaneses apoyan a Hezbolá y al movimiento Amal aliado más secular del presidente del parlamento Nabih, que ganó los 27 escaños asignados a la secta durante las elecciones parlamentarias de este año. Los escaños del parlamento y el gabinete se dividen en el Líbano de acuerdo con las afiliaciones religiosas.

Aún así, hay una minoría vocal de críticos de Hezbolá entre los chiítas. Varios fueron atacados y uno fue asesinado a tiros el año pasado.

A medida que aumentaba la controversia, resurgió en redes sociales un viejo video del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah. En él, Nasrallah dijo que “nadie se habría atrevido a atacar de nuevo al profeta Mahoma del Islam” si Rushdie hubiera sido asesinado inmediatamente después de la fatua.

Algunos críticos de Hezbolá han acusado al grupo y a sus seguidores de enseñar a sus hijos a matar en nombre de la religión.

La madre de Matar, Silvana Fardos, le dijo a la televisora local Al-Jadeed el martes por la noche que su hijo había vivido toda su vida en Estados Unidos hasta que visitó Líbano por primera y última vez en 2018. Ese viaje lo cambió para siempre, señaló.

“Después de que regresó del Líbano, era un ser humano diferente... Yo sabía que él estaba deprimido desde hace mucho y anticipaba despertarme un día y descubrir que se había suicidado”, dijo Fardos, alegando que su hijo sufrió maltrato a manos de su padre.

Cuando se le preguntó si se preguntaba si había criado a un terrorista o a un extremista, la madre dijo: “No. Yo críe un ángel”.

Se ha impedido la entrada de periodistas a Yaroun y el padre de Matar no ha hablado con la prensa.

A pesar del silencio oficial de Hezbolá, los seguidores del grupo en redes sociales elogian el ataque.

Algunos lanzaron amenazas contra la destacada periodista Dima Sadek luego que ésta publicara en su cuenta de Twitter una foto de Jomeini y el general Qassim Soleimani, un alto general iraní asesinado en un ataque estadounidense en 2020, describiendo a los dos como “versos satánicos”.

Desde entonces, las amenazas de muerte en las redes sociales y a través de mensajes en su teléfono celular no han cesado. Un hombre le advirtió “te violaré en público” y otro le dijo que “su sangre debe ser derramada”. También recibió un mensaje de texto en el que el remitente le decía dónde vive ella.

Sadek dijo que, pese a las amenazas públicas, las autoridades no la han contactado para ofrecerle protección.

“Esta es la primera vez que siento que estoy en peligro”, dijo Sadek, una dura crítica de Hezbolá durante años, a la AP. Alegó que la campaña en las redes sociales en su contra está orquestada por el hijo de Nasrallah, Jawad.

Dijo que está restringiendo sus movimientos por primera vez.

El Comité para la Protección de los Periodistas instó a las autoridades libanesas a iniciar una investigación y proteger a Sadek.

El periodista chiíta Mohamad Barakat, editor del cibersitio de noticias Asas Media, también fue atacado después de escribir que, al apuñalar a Rushdie, Matar “apuñaló a los chiítas que viven en Europa y Estados Unidos”.

En el otro bando, el periodista libanés Radwan Akil, del renombrado diario local An-Nahar, dijo en declaraciones aparentemente contradictorias que toleraba la fatua contra Rushdie, pero no el asesinato de nadie, incluyendo escritores.

“Por supuesto apoyo las libertades políticas y la libertad de expresión... pero no criticar al hombre más grande de la historia, el profeta Mahoma, y ​​también rechazo las críticas a Jesucristo”, dijo Akil a medios de comunicación libaneses en una entrevista televisada.

An-Nahar emitió una declaración titulada “adoptar un llamado al asesinato contradice nuestras políticas”. Decía que las opiniones de Akil eran suyas. Dos periodistas que habían trabajado para el periódico y que criticaban abiertamente a Hezbolá y al gobierno del presidente sirio Bashar Assad, otro aliado de Irán, murieron en atentados con coches bomba en 2005.

El debate eventualmente puede esfumarse porque la mayoría de los libaneses están preocupados por el colapso económico del país y la falta de servicios. “Tienen muchas otras preocupaciones”, dijo Hilal Khashan, profesora de ciencias políticas en la Universidad Americana de Beirut.

Los líderes políticos libaneses no han hecho declaraciones sobre el ataque a Rushdie.

Sin embargo, el ministro interino de Cultura, Mohammad Mortada, denunció la representación del profeta por parte del escritor.

“La libertad de expresión debe ser cortés”, tuiteó Mortada, un ministro chiíta cercano a los aliados de Hezbolá. “Los insultos o guardar rencores oscuros no tiene nada que ver con la moral”.

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El periodista de AP Kareem Chehayeb, en Beirut, contribuyó a este despacho.

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