Junto a la mina de carbón del norte de México donde llevan más de tres días atrapados 10 mineros, crecía el sábado la desesperación de los familiares, mientras las autoridades aceleraban sus esfuerzos para sacar el agua de los pozos inundados y analizaban con los conocedores de la mina cómo poder entrar con buzos de forma segura.
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“Hoy es un día decisivo porque, según los técnicos, se sabrá si hay posibilidad de que entren sin riesgo los buzos”, afirmó el sábado el presidente Andrés Manuel López Obrador en su cuenta oficial de Twitter. El mandatario garantizó que los trabajos de rescate se mantenían “día y noche”.
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Los trabajadores quedaron atrapados la tarde del miércoles en el municipio de Sabinas, en el estado norteño de Coahuila, cuando su mina se derrumbó. Los hombres se toparon con un área contigua llena de agua, que al venirse abajo provocó la inundación de tres pozos.
De los 15 mineros que se encontraban trabajando en el momento del derrumbe solamente cinco lograron salir y alertar a las autoridades. Aunque la posibilidad de encontrarlos vivos parece cada vez más remota, los familiares se aferran a los comentarios dados por algunos de los supervivientes y no pierden la esperanza.
“Los que alcanzaron a subir y conocen el terreno dijeron que había una bolsa de aire en (una zona llamada) la Campana. Entonces, si (el agua) los arrastró para el lado de la Campana, hay esperanza”, aseguró el viernes por la noche Blanca Rivera, que tiene dos primos en la mina.
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Los pozos contiguos, de 60 metros de profundidad, están comunicados por pasadizos subterráneos que quedaron inundados con 34 metros de agua. Aunque hay casi 400 rescatistas —militares, policiales y civiles— y bombas de extracción que no dejan de operar, el nivel baja muy lentamente. Según los familiares, la razón es que hay un agujero por el que se sigue filtrando agua y que es el que hay que sellar primero.
Al crecer la desesperación, algunos como Santiago Cecilio Moreno —con su hermano y su sobrino atrapados— intentaba dar ánimos al resto y se mostraban dispuestos a bajar con los buzos y ayudar al rescate, puesto que él también es minero.
“Le digo a los familiares que se calmen porque hay que esperar”, afirmó. Moreno destacó que, aunque los militares tienen más experiencia en buceo, él puede colaborar porque sabe mejor cómo operar allá abajo y no tiene miedo.
Las autoridades aseguran que se están destinando recursos suficientes al rescate que desde la noche del viernes se desarrolla detrás de unos plásticos negros que resguardan la zona de operaciones y donde solo entran algunos familiares directos de los atrapados.
No hay avance en el rescate
“Nos dicen una cosa y a las tres horas nos dicen otra”, se quejó Rivera. “No hay nada de avance”.
Los mineros que laboran en esos pozos suelen trabajar sin medidas de seguridad y los accidentes son habituales porque se opera sin mapas. Durante sus excavaciones muchas veces se topan con las paredes de minas viejas, que suelen estar llenas de agua.
Entre junio y julio del año pasado se registraron derrumbes en dos minas de Coahuila en los que perecieron nueve mineros, pero el peor accidente de la historia reciente de México fue en 2006 en la mina Pasta de Conchos, donde murieron 65 mineros por una explosión. Únicamente se recuperaron dos cadáveres y el resto siguen bajo tierra.