PRAGA (AP) — La abogada ucraniana Liudmyla Chudyjovych tenía una carrera y grandes planes para el futuro. Pero la invasión rusa obligó a la profesional de 41 años a dar prioridad a la seguridad de su hija, lo que le significó dejar su trabajo y su hogar.
Desde que huyó de la población de Stryj en el oeste de Ucrania en mayo, Chudyjovych ha encontrado trabajo en la República Checa. Pero en lugar de practicar el derecho, asea cuartos en un hotel en Praga.
“Es una nueva etapa en mi carrera”, dijo. “Así son las cosas”.
Entre los millones de refugiados que han huido de Ucrania desde que comenzó la invasión rusa el 24 de febrero, Chudyjovych se considera afortunada de tener trabajo. No habla bien el checo ni el inglés y dice que no le molesta el trabajo, lo único que importa es la seguridad suya y de su hija.
Aunque la Unión Europea aprobó normas desde el inicio de la guerra para facilitar la acogida y el trabajo de los ucranianos en sus 27 países miembros mientras deciden si pedir asilo o regresar a casa, muchos apenas empiezan a conseguir empleo, y otros aún no.
Unos 6,5 millones de ucranianos han ingresado a la UE desde febrero, según Frontex, la agencia de fronteras y costas del bloque. Entraron a los países vecinos y muchos continuaron viaje hacia las naciones más prósperas en el oeste. Alrededor de la mitad han regresado a Ucrania.
Una proporción relativamente pequeña de los que permanecieron en la UE habían ingresado al mercado laboral para mediados de junio, según la Comisión Europea.
Un informe reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico acerca del impacto potencial de los refugiados ucranianos sobre el personal en la UE proyectó que será el doble del que tuvo el ingreso de refugiados, muchos de ellos de la guerra de Siria, en 2014-17.
El estudio calcula que la República Checa, que tiene la tasa de desempleo más baja de Europa, incorporará la mayor cantidad de refugiados ucranianos a su personal, seguida por Polonia y Estonia. Alrededor de 1,2 millones de trabajadores se sumarían al personal europeo, principalmente en el sector de servicios, según el informe.
Es improbable que el fenómeno reduzca los salarios o aumente el desempleo en los países europeos, muchos de los cuales adolecen de falta de mano de obra debido al envejecimiento de la población.
“Considerando las necesidades laborales de los principales países de acogida, un impacto negativo en cuanto a empleo o salarios para la población residente... parece muy improbable", concluye el informe.