En sus extensos viajes, el papa Francisco nunca ha viajado más al norte que Iqaluit, la capital del territorio canadiense de Nunavut, gobernado por los inuit. El viernes, será la última escala de su visita de seis días a Canadá.
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Es un destino diferente, hogar de unas 7.500 personas, pero ni un solo semáforo, sin caminos ni trenes que le conecten con el mundo exterior. Su única iglesia católica sirve a feligreses de al menos cinco continentes. Más de 100 de ellos ocupan habitualmente los bancos de la iglesia los domingos.
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Iqaluit ha recibido a líderes mundiales previamente. La Reina Isabel visitó por unas dos horas y media en el 2002, tres años después de que Nunavut fue trazado de la porción oriental de los Territorios Noroccidentales para convertirse en un territorio propio.
La escala del papa, similarmente breve, no será para celebrar. El pontífice concluirá una visita a Canadá centrada en disculpas en persona por el abuso y el irrespeto infligidos a muchos miles de indígenas canadienses — incluyendo niños inuit — que asistieron a escuelas residenciales católicas desde finales de los 1800 hasta la década de 1970.
Dado el propósito de la visita papal, los sentimientos sobre la misma son mixtos en Iqaluit, entre los líderes inuit y también en el reverendo Daniel Perreault, que está a cargo de la parroquia de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Él dice que solamente un puñado de sus feligreses son inuit. La mayoría proviene de África, Sudamérica, Asia y otros lugares lejanos, no tiene vínculos con los problemas de las escuelas residenciales y quisiera recibir con gozo al papa el viernes, dijo Perreault.
Pero las organizaciones inuit de la región quieren que la visita se centre en su comunidad, dijo el sacerdote. “Ellos no quieren que sea una ocasión de fiesta católica”.
El vicealcalde de Iqaluit, Solomon Awa, dijo que la comunidad inuit — que forma más de la mitad de la población de la ciudad — tiene un torbellino de emociones. Existe gratitud por el hecho de que exista una disculpa y exasperación porque haya tomado tanto tiempo.
“Será muy emocionante para la gente”, dijo Awa. “Espero que esto nos impulse a movernos adelante como inuit, al punto en que digamos: ’Sí, tuvimos muchos problemas en el pasado, pero debemos seguir adelante'”.
“Hay gente aún apesadumbrada por haber asistido a escuelas residenciales … algunos de ellos aún sienten rencor por lo sucedido”, dijo Awa. “Están contentos de que el papa finalmente venga a disculparse”.