EL CAIRO (AP) — Con sus jardines verdes de un lado y agua del otro, eran una anomalía en una ciudad en medio del desierto.
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Por décadas, las casas flotantes del Cairo ocuparon un sector de la ciudad donde la propiedad se cotiza carísimo, ofreciendo a sus ocupantes hermosas vistas del río Nilo, con sus taxis acuáticos, sus pescadores, sus remeros y, ocasionalmente, familias de patos y gansos.
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Pero todo esto llega a su fin: El gobierno ha decidido retirar todas las casas flotantes del Nilo y ya quedan pocas. La capital pierde así un componente tradicional que se remonta al 1800.
Ha habido muchas críticas a la iniciativa oficial, que acaba no solo con las casas flotantes sino con todo un estilo de vida. Los detractores de la campaña dicen que es parte de una serie de medidas pensadas para promover el desarrollo tomadas por el gobierno de Abdel Fattah el-Sissi que hacen peligrar la herencia cultural de la ciudad.
“No parecen entender que hay valores intangibles, el valor de nuestra historia”, expresó Ahdaf Soueif, un renombrado novelista que compró y renovó una casa flotante al regresar a Egipto desde el Reino Unido hace 10 años.
Las casas flotantes están siendo retiradas, demolidas o renovadas para desarrollar comercialmente la ribera del Nilo, según las autoridades. No se han difundido detalles del plan. Proyectos de infraestructura del gobierno de el-Sissi han generado críticas en los últimos años de quienes dicen que se ignora el legado de la ciudad. Esos proyectos afectan un viejo cementerio y jardines históricos, entre otras cosas.
A fines de junio, se dio a los residentes de al menos 30 casas flotantes un plazo de 20 días para que evacuasen sus viviendas, las cuales se encontraban junto a dos barrios de gente humilde, Imbamba y Kit-Kat, pero frente a la isla de Zamalek, donde viven personas ricas.
Las órdenes de desalojo fueron emitidas luego de años de presiones para que sus residentes se fuesen, incluidos permisos para permanecer allí cada vez más caros.
Poco después, a fines de junio, la mayoría de las casas flotantes fueron desmanteladas por sus propietarios o retiradas por el gobierno. Los desalojos continúan.
Soueif dijo que sus dos hijos hicieron las fiestas de sus matrimonios en la casa flotante y que ella planeaba pasar el resto de su vida en la vivienda sobre el Nilo. Esta semana, la familia vio como la casa se alejaba flotando.
Soueif estaba pagando 72.000 libras egipcias (unos 3.800 dólares) por el derecho a atracar donde lo hacía. En el 2013 pagaba 160 libras.
Omar Robert Hamilton, uno de los hijos de Soueif, dijo en las redes sociales que su madre y otros residentes dejaron de pagar esa tarifa y demandaron al gobierno por los aumentos astronómicos que disponía. El gobierno respondió con multas y exige a la familia Soueif que pague 900.000 libras, equivalentes a unos 48.000 dólares, en tarifas atrasadas.
Soueif pertenece a una prominente familia de activistas opositores al gobierno. Su sobrino Alaa Abdel-Fattah, tal vez la figura opositora más conocida de Egipto, fue encarcelado por el-Sissi. Ella dice que la falta de transparencia en la toma de decisiones es sorprendente. Contó que se enteró a través de una entrevista televisiva reciente que había sido el cuerpo de ingenieros de las fuerzas armadas el que había decidido desalojar a los residentes de las casas flotantes en el 2020.
El cuerpo de ingenieros es el que está detrás de muchos proyectos viales y de otras grandes iniciativas, como la construcción de una nueva capital administrativa en el desierto a las afueras del Cairo. No es sencillo conseguir permisos para construcciones nuevas en el Cairo, una ciudad con mucha historia bajo tierra. Soueif dice que no hay que sacrificar esa historia.
“Cuando tratas de transformar a Egipto en Dubái, la devalúas”, sostuvo. “Destruyes un patrimonio que nadie tiene”.
Iklas Helmy, de 88 años, dueña de una casa rodante azul, dice que no se imagina viviendo en otro sitio. Ella nació en esa casa.
Cuenta que trató de conseguir un nuevo permiso para atracar y se le dijo que no podía ser renovado, que la orden venía de muy arriba.
“¿Te llevas mi vida entera para construir un café?”, preguntó. La anciana llora al hablar del tema.
Caminando con un bastón, Helmy saludó a dos gansos que viven en la ribera del río, junto a su casa.
Varios medios hablaron de su caso, lo que armó cierto revuelo. Ella le pidió al gobierno que la dejase vivir en su casa hasta su muerte. Su solicitud llegó al mismo presidente. En un acto inusual en Egipto, el canal panárabe Al-Hadath preguntó en vivo al mandatario por el caso de Helmy.
El-Sissi dijo que comprendía el lamento de la anciana, pero que “estamos restaurando el orden en el país”. No dio otros detalles.
No está claro qué sucederá con algunas de las casas flotantes que han sido remolcadas. Adónde serán llevadas ni si sus dueños pueden pagar las tarifas que están cobrando.
Tariq al-Murri, un arquitecto que se especializa en el legado de la ciudad, dijo que las casas de madera le recuerdan las que surgieron en el Sena, en París, a mediados del 1800, muchas de las cuales todavía existen. En esa época, el gobernante egipcio Ismail Pasha quiso imitar la arquitectura francesa.
Al-Murri dijo que las casas flotantes del Nilo les encantaron a los egipcios y figuran en varias de las películas y libros clásicos de Egipto.
El-Murri opina que el gobierno debió haber considerado otras opciones antes de disponer sus demoliciones. Afirmó que las embarcaciones pueden ser preservadas, trasladadas a otros sectores de la ribera y convertidas en atracciones de la ciudad.
“Creo que no está todo dicho, que todavía se puede hablar del tema”, manifestó, aunque todo parece indicar que el asunto está decidido y que no hay marcha atrás.
La entrevista televisiva en la que Soueif y otros residentes se enteraron de que la suerte de sus viviendas estaba sellada fue concedida por Ayman Anwar, director de una dependencia encargada de proteger el Nilo. Dijo que las embarcaciones que trabajan en el sector turístico podrán permanecer, pero las que hacen de viviendas no.
“Las casas flotantes son como autos dilapidados con licencias de 1978 que fueron canceladas por las autoridades viales”, manifestó.