HIGHLAND PARK, Illinois, EE.UU. (AP) — Un hombre disparó desde una azotea contra un desfile del Día de Independencia en un suburbio de Chicago, llevando a la multitud a correr despavorida. Por lo menos seis personas murieron y 30 resultaron heridas.
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Vecinos trancaron puertas de casas y negocios mientras la policía lanzaba un amplio operativo en la zona, escoltando a algunas personas a sus viviendas. Los agentes pararon a un automóvil, protagonizando una breve persecución hasta que detuvieron a un hombre a quien calificaron de persona de interés en el caso. No han dado una hipótesis en torno al motivo de la violencia en Highland Park, un suburbio de clase alta y de unos 30.000 habitantes en el norte de Chicago.
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El tiroteo en un 4 de julio se suma a otros acontecimientos que han hecho añicos los rituales de vida de los estadounidenses.
En los últimos meses, escuelas, iglesias, tiendas de comestibles y, ahora, desfiles de la comunidad se han convertido en escenarios de masacres. En esta ocasión, el derramamiento de sangre se produce cuando la nación trata de encontrar un motivo para celebrar su fundación y los lazos que aún la mantienen unida.
“Definitivamente te golpea mucho más duro cuando no sólo es tu ciudad natal sino también ocurre justo delante de ti”, dijo el residente Ron Tuazon mientras él y un amigo regresaban a la ruta del desfile el lunes por la noche para recoger sillas, mantas y una bicicleta para niños que él y su familia abandonaron cuando comenzaron los disparos.
“Ahora ya es habitual”, dijo Tuazon de lo que llamó otra atrocidad estadounidense más. “Ya ni pestañeamos. Hasta que las leyes no cambien, va a ser más de lo mismo”.
Los disparos se registraron en un punto de la ruta del desfile en el que muchos residentes se habían colocado a primera hora del día para tener una vista privilegiada de la celebración anual.
Entre ellos estaba la familia de Nicolás Toledo, quien tenía unos 70 años y estaba de visita desde México cuando recibió un balazo. Murió en el lugar, dijo su nieta, Xochil Toledo, al Chicago Sun-Times. También falleció Jacki Sundheim, una miembro de la cercana sinagoga North Shore Congregation Israel que anunció su fallecimiento en su website.
A su paso dejaron un sendero de objetos abandonados que mostraban la vida cotidiana que se vio interrumpida de forma repentina y violenta: Una bolsa de papas fritas a medio comer; una caja de galletas de chocolate esparcidas sobre el pasto; una gorra infantil de los Cachorros de Chicago.
“No hay ningún lugar seguro”, dijo Barbara Harte, de 73 años, residente de Highland Park, quien por temor a un tiroteo masivo se había mantenido alejada del desfile, pero luego se aventuró a salir de su casa.
El jefe de policía de Highland Park, Lou Jogmen, dijo que un agente obligó a Robert E. Crimo III a detenerse mientras conducía a unos 8 kilómetros (5 millas) al norte de donde ocurrió el tiroteo, varias horas después de que la policía divulgara la fotografía del hombre y una imagen de su Honda Fit plateado, y le advirtiera al público que probablemente estaba armado y era peligroso. En un principio las autoridades dijeron que tenía 22 años, pero en un boletín del FBI y las redes sociales de Crimo se afirmaba que tenía 21.
La policía se negó por el momento a identificar a Crimo como sospechoso, pero dijo que identificarlo como persona de interés, compartir su nombre y otra información públicamente era un paso importante.
Christopher Covelli, portavoz de la Fuerza Especial contra Crímenes Graves del condado Lake, dijo en una conferencia de prensa que varias de las víctimas murieron en la escena del crimen y que una de ellas fue trasladada a un hospital y falleció ahí. La policía no dio detalles sobre las víctimas ni los heridos.
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Foody contribuyó desde Chicago. Contribuyeron a este reporte los corresponsales Mike Balsamo en Nueva York, David Koenig en Dallas, Jeff Martin en Woodstock, Georgia; Fabiola Sánchez en Monterrey, México, Jim Mustian en Nueva Orleans, Bernard Condon en Nueva York, y Martha Irvine y Mike Householder en Highland Park.